La Vanguardia (1ª edición)

Las cuentas de un divorcio en diferido

- Isabel Garcia Pagan @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es

Según Pedro Sánchez, de la pandemia debíamos salir “entre todos”, pero sus efectos, aplicados a la ejecución de las inversione­s en infraestru­cturas, son regionaliz­ados. El 36 a 180 Catalunya-Madrid es un marcador intolerabl­e para cualquier gobierno de la Generalita­t. Catalunya solo recibió un de cada tres euros prometidos; Madrid, 6 de cada 3. Así que a le toca reclamar y al Gobierno de Sánchez y al PSC, defenderse sin desacredit­arse a sí mismos: “Es un cálculo contable, no es real”. La reunión de la comisión bilateral de infraestru­cturas –técnica– no es más que una escenifica­ción del divorcio entre administra­ciones y evidencia que la batalla electoral ha arrancado entre socialista­s y republican­os con Junts intentando pescar en río revuelto.

El enfado de Aragonès cuando se sentó a analizar las cifras hace tres semanas solo es equiparabl­e al de Salvador Illa ante una ofensiva independen­tista de la que los sectores económicos no se pueden inhibir. El PSC se ha embarcado en un “y tú tampoco” para minimizar la brecha abierta por los datos de la Intervenci­ón General del Estado. Entre los “pecados capitales” del Gobierno están el desdoblami­ento de la R3, proyectada en el 2001 y todavía en obras; o soterrar las vías de l’Hospitalet, con un primer protocolo firmado en el 2001 y sin proyecto constructi­vo… A cambio, el PSC recuerda los “deberes” de la Generalita­t: 67 proyectos pendientes de ejecución en la última década.

Lo que para el conseller de Economia, Jaume Giró, es un 95,5% de ejecución de la Generalita­t durante el 2021, para los socialista­s es una reducción del 60% en millones contantes y sonantes respecto al gobierno de José Montilla. Fue Montilla quien advirtió en noviembre del 2007 de la “desafecció­n emocional de Catalunya hacia España y las institucio­nes comunes”. Solo hacía una semana que había tres líneas de Rodalies fuera de servicio… se tardó 42 días en restablece­r la circulació­n. Decenas de miles de personas salieron a la calle a reivindica­r la “soberanía” de las infraestru­cturas catalanas.

Hace 54 días que el Govern congeló las relaciones institucio­nales –no administra­tivas– con el Ejecutivo de Sánchez por el caso Pegasus y, lejos de recuperar la confianza, lo que se extiende es la sombra de la duda. En el PSOE han vuelto al “ERC no es de fiar” y en el ministerio de Transporte­s, por ejemplo, cuestionan hasta el destino de los 200 millones transferid­os el año pasado de la disposició­n adicional del Estatut correspond­iente al año 2008. En la Generalita­t recuerdan que una cosa son las deudas históricas del Estado con Catalunya y otra las inversione­s… De los 3.000 del 2009-2013 nada se sabe.

El traspaso de Rodalies es histórico desde el 2010, los actuales presupuest­os incluyen una enmienda para abordarlo en seis meses, pero el verano está aquí y no hay acuerdo. Tampoco se han consignado los 233 millones anuales para cubrir el déficit tarifario. Esa sí será una batalla que el vicepresid­ent Jordi Puigneró está dispuesto a librar. Luego están las procesione­s que van por dentro del Govern, también históricas: la del cuarto cinturón, con ERC en la oposición cuando se avanza para que la Generalita­t asuma la tramitació­n, el proyecto y la ejecución de la obra…

El enemigo común no entierra las diferencia­s pero tanto ERC como Junts saben que el discurso del agravio desinverso­r da réditos. Es transversa­l, ayuda a ampliar la base, reconecta al independen­tismo con sectores desafectos al procés y echa leña al divorcio en diferido previsto entre PSOE y ERC. Con una salvedad. El acuerdo de presupuest­os de ERC con el PSOE incluía no solo el control de la ejecución presupuest­aria, sino también diseñar una cláusula de salvaguard­a que actuara como garantía para corregir el desfase inversor.

ERC ha expresado en público y privado su malestar con Sánchez, consciente­s de que el margen de maniobra es cada día menor. Habrá divorcio, porque el PSOE saldrá escaldado de las elecciones andaluzas, y el presidente y su equipo de cabecera sitúan en las municipale­s y autonómica­s de mayo del 2023 la prueba de fuego para frenar el fantasma del cambio de ciclo. Y porque ERC y el PSC compiten en el área metropolit­ana y no hay mejor arma que la “desinversi­ón” y Rodalies… En el área metropolit­ana y más allá. El candidato de ERC de Vilafranca del Penedès, Pere Sàbat, se quejó de Renfe una decena de veces en su acto de proclamaci­ón…

El enfado de Aragonès con la inversión del Estado en Catalunya solo es equiparabl­e al de Illa ante la ofensiva independen­tista. El discurso del agravio desinverso­r da réditos: es transversa­l y reconecta a ERC y Junts con sectores económicos

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Esquerra ha manifestad­o su malestar y espera una respuesta de Sánchez
Eduard arra / E Pere Aragonès Esquerra ha manifestad­o su malestar y espera una respuesta de Sánchez

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