Carreteras olvidadas
Volviendo sin prisas de Lleida, decidí parar mi vehículo en el alto de la Panadella para recordar tiempos pasados y encontré un lugar tranquilo en el que poder tomar el desayuno, sin los agobios típicos de los años setenta.
En lugar de volver a la autopista decidí bajar el puerto por la nacional II, y puedo asegurar que merece la pena.
Se trata de una carretera amplia, con un arcén también amplio, bien asfaltada, con curvas suaves y lo mejor de todo: sin apenas tráfico.
Mientras disfrutaba del paisaje, no pude dejar de recordar las horas perdidas detrás de los camiones que tuvimos que soportar entonces. un consejo: si no tiene prisa, no lo dude y vuelva a esta carretera.
Julio Manuel Merino Alcántara
Barcelona