Los Bombers ganan el primer pulso a los fuegos de verano
Con todo en contra, los servicios de extinción, con voluntarios y militares, controlaron la primera de las crisis
de ayer fue un día muy triste marcado con cruz y crespón negro en el calendario de los Bombers de la Generalitat. Se cumplía el primera año de la muerte del bombero Joan Liébana mientras sofocaba un incendio en un taller vacío de Vilanova i la Geltrú. “Incomprensiblemente”, como durante este año han reiterado sus padres y su hermana, el joven “fue abandonado por sus compañeros” que presuntamente lo perdieron en el interior y no localizaron su cuerpo hasta más de una hora después, cuando regresaron a recoger las mangueras.
Muchos bomberos, especialmente de Barcelona, donde el padre trabajó hasta jubilarse, se manifestaron ayer frente al departamento de Interior para denunciar el “desamparo” que han sufrido en un año terrible y sin respuestas de lo qué pudo ocurrir allí dentro. Algunos de los pocos bomberos de la Generalitat que ayer no estaban de guardia acompañaron a la familia en la protesta, aunque la gran mayoría trabajó en una nueva jornada complicada, difícil y especialmente intensa contra los fuegos forestales que en los últimos días han puesto en jaque el servicio de extinción catalán.
Las condiciones climatológicas volvieron a dar la espalda a los responsables de Interior, con temperaturas de récord, una humedad por los suelos y una tormenta eléctrica y seca persistente que volvió a provocar pequeños conatos de incendios que obligaron a movilizar dotaciones terrestres y aéreas en Bassella, La Riba y Farena, Vall de Rialb, Peramola o Cabó, entre otras ubicaciones.
La práctica totalidad de los nuevos incendios tuvieron su origen en rayos a los que los Agents Rurals siguieron el rastro comprobando y fotografiando troncos de árboles literalmente atravesados por el fenómeno meteorológico tan habitual en jornadas de extrema calor como las sufridas en buena parte de Catalunya.
Lladurs es un municipio especial de poco más de 200 vecinos empadronados y diseminados en casas rurales y masías escondidas en un espléndido bosque de frondosos conjuntos de robles, pinos, sauces y encinas sobre un terreno irregular atravesado por ríos, que también acoge una rica fauna. un tesoro desconocido de la comarca del Solsonès amenazado desde el miércoles por la noche por las llamas a las que anoche seguían plantando cara los servicios de extinción.
El alcalde Daniel Rovira correteaba el viernes por la mañana por el centro de control levantado por arte de magia por el GRoS, el grupo de apoyo operativo de los Bombers que se enEl carga de que a sus compañeros de primera línea de fuego no les falte de nada. Rovira llevaba anudado al cuello el pañuelo de no se sabe qué color que los últimos días ha utilizado para proteger la respiración del humo y ya no recordaba ni las noches que llevaba sin dormir. Esperaba poder reunirse con el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, para que le explicará por qué el jueves los Bombers obligaron a las ADF (agrupaciones de defensa forestal) a retirarse del frente del incendio, amenazando incluso con llamar a los Mossos sino se movían.
No fueron las únicas quejas. La alcaldesa de Castellar de la Ribera, Claustre Sunyer, lamentó haberse sentido “totalmente desprotegidos” por los Bombers que se concentraron en los otros dos grandes incendios, el de Artesa de Segre y el de Corbera
El viernes fue un día muy triste, hacía un año de la muerte en un servicio del bombero Joan Liébana