La Vanguardia (1ª edición)

Solo ha regresado un tercio de la población: “La guerra sigue; no podemos prometerle­s que estarán a salvo”

- Lemma Saura Enviada especial

Son las seis de la tarde, sopla una brisa fresca y Lilia se relaja fumando en su balcón, en la calle de la Muerte. Así la bautizaron los periodista­s que inundaron Bucha en abril, con la liberación ucraniana tras un mes de ocupación rusa, cuando la ciudad se convirtió en símbolo de las atrocidade­s del ejército de Putin en Ucrania. Los cadáveres esparcidos por la calle Vokzal’na, donde ella vive, dieron la vuelta al mundo.

Las riadas de periodista­s se han ido, pero queda la devastació­n, la visible y la invisible. Los edificios destruidos se repararán algún día (costará 500 millones de euros, estima el Ayuntamien­to), pero el horror imprime recuerdos indelebles. “Ahí mismo –dice Lilia, de 56 años, señalando la calle perpendicu­lar– murió una amiga mía de la infancia. Fue el día que entraron los rusos, el 27 de febrero. Le pegaron un tiro cuando salió a ver qué ocurría, pensando que eran los nuestros. Su madre la enterró en el jardín”.

Lilia pudo escapar. Salió de la ciudad el 1 de marzo, hacia el oeste de Ucrania y de ahí a Dinamarca, donde tiene un hijo. Hace un mes volvió a Bucha. La razón es sencilla: “Es mi casa”.

A 32 kilómetros al noroeste de Kyiv, rodeada de bosques, Bucha tenía 52.000 habitantes antes de la guerra, la mayoría familias jóvenes, señala Serguéi Shepetko, adjunto al alcalde. Cuando fue liberada, solo quedaban 3.500 personas. Hoy son unas 18.000, apenas un tercio de la población. Los retornos se han frenado. El ejército ruso fue repelido en Kyiv, pero hay combates en el este y el sur del país y los misiles siguen cayendo sobre Ucrania. “La guerra no ha acabado. No podemos prometer a nuestros vecinos que estarán a salvo”, dice Shepetko.

Las puertas del Ayuntamien­to están empapelada­s con números de teléfono para quien necesite apoyo psicológic­o, alojamient­o o ayudas para reconstrui­r la vivienda. También hay una lista de morgues. Aún hay muchos desapareci­dos. Este pasado lunes se descubrió en el bosque una fosa con siete cadáveres. La cifra oficial de muertos en Bucha es de 420 y subiendo: un tercio de las víctimas civiles en la región de Kyiv.

La mayor fosa común estaba junto a la iglesia, 116 cuerpos. La excavaron los funcionari­os municipale­s cuando los rusos les permitiero­n al fin dar sepultura a los muertos que se amontonaba­n en el centro de la ciudad. “Los cuerpos estaban descompues­tos, fue un trabajo difícil”, dice Shepetko. El Ayuntamien­to ha convocado un concurso para erigir un monumento donde estaba la fosa.

La señora Tetiana, de 74 años,

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