La Vanguardia (1ª edición)

Aragonès y el ejército ‘nimby’

El diferente modelo de país de ERC y Junts frena infraestru­cturas y proyectos

- Silvia Angulo AUME V. AROCA mdga ci@d

Definitiva­mente liberados de las versiones más letales del coronaviru­s, la tarde del próximo día 23, horas antes de la verbena de Sant Joan, miles de personas tomarán sus coches… y se atascarán en la AP-7.

Hace ya meses que esta autopista, liberada del peaje que durante años reguló su ocupación, está lanzando señales de alerta: no caben ya más vehículos.

Aunque parezca asombroso, en Catalunya los transporti­stas están pidiendo volver a transitar por las viejas carreteras de antaño –la N-II o la N-340– porque funden su presupuest­o en combustibl­e en los embotellam­ientos de esta gran autopista transeurop­ea.

La petición de los camioneros es tan sorprenden­te como que, por orden expresa del president Pere Aragonès, la Generalita­t decidiera dejar vacío su asiento en el acto organizado hace una semana por el Ministerio de Transporte­s en Sabadell para presentar el plan para construir una nueva carretera –la ronda Nord– que de algún modo aliviaría parte de los atascos que sufre la AP-7 en esta zona.

Es más, aquel mismo día, ERC hizo pública una nota para decir que está en contra del proyecto. Los cargos de la vicepresid­encia de Territori –bajo control de Junts– que habían negociado esta solución pactada con el ministerio, ni tan siquiera han alzado la voz para contradeci­r al president.

Catalunya tiene un extenso ejército nimby (not in my back yard: no en mi patio trasero). Ciudadanos influyente­s que no quieren que se construyan autopistas en sus bosques, aerogenera­dores en sus paisajes, trenes en sus lindes, edificios de vivienda pública en sus barrios, etcétera...

...Y Catalunya cuenta también con un Gobierno autónomo muy sensible a estas inquietude­s.

El interés general ha desapareci­do del lenguaje político. Un hecho determinan­te para que esto sea así es que el Ejecutivo catalán no piensa lo mismo ni tiene el mismo modelo de país. ERC y Junts no ven casi nada igual y compiten en cada esquina de la gobernació­n catalana. De modo que cuando el ejército nimby levanta la mano, cualquier iniciativa se cae de la agenda, ya sea para ampliar el aeropuerto o para construir una variante de una carretera recóndita.

Ocurrió con el aeropuerto de El Prat. Más de un político que al final dijo que no a la ampliación al grito de “la Ricarda no es toca”, en privado reconoce que la idea, con retoques, era buena. Hoy ya está olvidada y ni tan siquiera quienes en el Govern la defendían –básicament­e, militantes de Junts– siguen luchando para que prospere.

Esta semana, la consellera Teresa

Jordà daba por finiquitad­o el proyecto de ampliación al blindar buena parte de los espacios naturales que Aena ofrecía como compensaci­ón ambiental por ocupar la Ricarda.

El ejército nimby también se llevó por delante la construcci­ón de parques eólicos en Catalunya. La preservaci­ón del paisaje –que abanderó ERC en la disputa interna del gobierno catalán– está llevando a Aragón los aerogenera­dores que Catalunya no quiere.

Al hilo de esto, un diputado de la oposición comenta con sorna si, dentro de un tiempo, cuando la demanda de electricid­ad siga creciendo en Catalunya y su capacidad de producir ya no alcance, también se opondrán a construir una línea de muy alta tensión para acarrear la corriente eléctrica desde las tierras de Lambán.

Está por ver si el proyecto de parque eólico para ubicar aerogenera­dores en el mar, frente a las costas del Empordà, consigue tirar adelante ante el rechazo municipal y de grupos ecologista­s.

Hay más ejemplos: tierra adentro, ocurre algo parecido en la carretera que une Olot con Les Preses. Ahí también, y pese a los acuerdos entre los ayuntamien­tos, la oposición, liderada entre otros grupos por ERC, mantiene medio embarranca­do el proyecto.

Otro caso, el de la C-32, es casi un mito de la historia de las infraestru­cturas en Catalunya. Hoy termina en una imprevista rotonda, más allá del Tordera, dejando los accesos a Blanes y Lloret en el punto en el que quedaron hace medio siglo. Pese a los acuerdos cerrados y sellados por los ayuntamien­tos, el ejército nimby paraliza esta prolongaci­ón.

La línea de tranvía de la Diagonal y el intento de frenar la llegada de cruceros, una propuesta de la alcaldesa Ada Colau a la que se ha sumado el republican­o Ernest Maragall, evidencian los diferentes modelos de movilidad y de actividad turística que defienden ERC y Junts. Así que nada avanza.

En este punto se encuentra el Hard Rock. El proyecto de construcci­ón de un gran complejo hotelero con casinos en Salou incomoda a los republican­os y es motivo de desavenenc­ias entre los socios de gobierno que les ha llevado a votar divididos en el Parlament. Es cierto que el proyecto languidece a la espera de unos inversores –deben pagar 120 millones de euros por los terrenos–

No en mi patio trasero Los ‘nimbys’ no quieren que nada moleste en su paisaje: ya sean autovías o aerogenera­dores

‘La Ricarda no es toca’ La ampliación de El Prat está olvidada y ni quienes la defendían luchan ya por ella

Energía eólica La protección del paisaje lleva a Aragón los aerogenera­dores que Catalunya no quiere

Aligerar la AP-7 Los republican­os no desean el plan de la ronda Nord que Junts pactó con el ministerio

que están desapareci­dos, pero aun así Territori mantiene viva la propuesta y aprobó en febrero la nueva tramitació­n urbanístic­a.

Hace meses que el Gobierno central tiene sobre la mesa una propuesta para ampliar la AP-7 – donde empezaba esta crónica– desde Martorell hacia el sur. Martorell encabeza una área industrial solo comparable, en España, con el corredor del Henares en Madrid. Ni tan siquiera ha llegado a plantear el proyecto formalment­e. No sea el caso que el ejército nimby doblegue al sensible Gobierno catalán.

Todo ello ocurre mientras la sociedad catalana y sus representa­ntes políticos se lamentan –con motivo- día sí y día también de la falta de inversione­s del Estado en Catalunya. Un déficit histórico que acreditaba la propia administra­ción central en su último informe para el año 2021, pero que la falta de capacidad resolutiva del propio Gobierno catalán amplifica hasta causar la sensación de que nada va a cambiar, al menos a medio plazo.c

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F.x. a.xG La C-32 en Tordera acaba en una rotonda
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Lvnu.e a.en.ev / veoÀunl Vista de la Ricarda, espacio protegido en el que se preveía ampliar el aeropuerto de El Prat

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