Una parte de nosotros siempre se nos escapa, en fotos ajenas, en instantes capturados
el Street View de google maps ofrece la opción de ver las calles en fechas pasadas. La foto más antigua del edificio al que me mudé hace cuatro años es del 2008. En octubre del 2014 hubo una senyera en el balcón. Desde el 2018 están mis plantas. Si recorres las calles de tu pueblo con esta aplicación, puedes ver a tu abuela charlando con la vecina de puerta a puerta, o sentadas a la fresca sobre la acera, o yendo al mercado a comprar. Ambas murieron hace años. Aunque les difuminaron el rostro, las reconoces por el contexto y el vestido. Ese borrón donde debería estar su cara las hace aún más fantasmagóricas. Las congeló para siempre el coche de google, que, como las redes sociales, tiempo después genera recuerdos inesperados.
Como pasa con los libros –que tienen tantas vidas como lectores–, también nosotros trascendemos lo que vivimos a través de los demás. Es nuestra versión extendida. Conozco a una chica que, cada vez que alguien sueña con ella, lo llama y le pide que le cuente el sueño con todos los detalles. Ella lo apunta, y así escribe una autobiografía a partir de lo que soñaron otros. intentar controlar la propia imagen, preocuparse por el qué dirán, tiene poco sentido cuando una parte de nosotros siempre se nos escapa, en fotos ajenas, en instantes capturados, en lo que alguien imaginó, o se inventó, o soñó más allá de lo que vivimos.c