“Él es importantísimo y nunca había gozado del tratamiento que se merece”, afirma el historiador Caglioti
forma parte de su eje vertebrador como artista. De este modo, volvió a utilizar técnicas que habían caído en desuso, como la escultura en terracota, bien explicada en el libro Naturalis Historia de Plinio el Viejo, y que él pone en práctica esculpiendo vírgenes con el niño de gran belleza expresiva, otra de las características de su obra, que explora la dimensión psicológica y modela el concepto moderno de humanidad.
La capacidad de innovación y su espíritu transgresor se ponen de manifiesto con otra recuperación del pasado, los spiritelli, es decir, cupidos desnudos y alados, que a menudo sustituyen a los ángeles. El ejemplo no, Benvenuto Cellini, Baccio Bandinelli y tantos otros– bastan para decirnos la inmensidad y profundidad de la influencia de este gran maestro”.
Un maestro que también destacó e innovó en sus trabajos en bronce, material con el que fue decantándose a lo largo de los años, con ejemplos tanto de pequeño como de gran formato. Fue pionero de los monumentos ecuestres a la antigua con la estatua del condotiero Gattamelata en Padua; sin olvidar sus trabajos en madera, que tienen como máximo exponente la María Magdalena Penitente del Museo dell’Opera del Duomo de Florencia, de un pathos y realismo sin precedentes.
La muestra en el palacio Strozzi ofrece un recorrido cronológico y temático, mientras que en el Bargello se pueden ver algunas de sus obras maestras, como el David que creó para los Medici o el famoso San Jorge de Orsanmichelle, habitualmente expuestas en este antiguo palacio florentino. Para la ocasión, también se ha desplazado hasta allí el Marzocco del Palazzo Vecchio, el león que simboliza Florencia. “Todavía no se han determinado cuáles son los préstamos que viajarán a Berlín y Londres”, comenta el comisario. Lo que sí está claro es que estas tres obras tan emblemáticas no saldrán de la ciudad. Ni los famosos crucifijos de Donatello y Brunelleschi, que ofrecen una impactante bienvenida al visitante en la primera sala del palacio Strozzi, que ya justifica la entrada. El itinerario concluye con otro Cristo en la cruz modelado casi cuatro décadas después del primero, esta vez en bronce, y con un parecido más cercano al que esculpió su amigo. Eso sí, su rostro es mucho más expresivo, como corresponde a Donatello, un escultor que se aproximó como nadie a los sentimientos humanos.c