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Ortega: “Estamos en un buen momento, con confianza”

Cambian los gestores, los responsables técnicos, los jugadores y los tiempos, pero en el Barça de balonmano perduran dos elementos identitarios: el compromiso, traducido en una intensidad y una lucha “innegociables” –como decía Xavi Pascual–, y el estilo de juego de alta velocidad. Aferrado a esta idiosincrasia cultivada durante tantos años, el renovado Barça de Carlos Ortega se ha plantado en la finalísima de la Champions en busca de su undécima corona. Tras derrotar con oficio, esfuerzo y mucha seriedad al Kiel –la primera vez que le gana en la final four–, los blaugrana quieren ser los primeros que revalidan cetro en Colonia. Nadie lo logró.

Lo tienen entre ceja y ceja los 17 de Ortega, que en las paredes de la

Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí colgaron carteles con una foto de la plantilla haciendo piña y el lema “Hagamos historia. Seamos los primeros en repetir en Colonia”. Y así lo empezaron a hacer en el primer acto ante un Kiel siempre peligroso y competitivo, aunque no dispusiera de dos piezas básicas como Pekeler –MVP de la final del 2020 y mejor defensor esta temporada– y Sagosen, su mejor jugador de ataque –7 goles en aquella fatídica final–.

Momir Ilic, el técnico de los Zebras, ha suplido tan notables bajas con la fortaleza en el 6:0 que ponen Wiencek y Weinhold –además del repescado Myrhol a sus 40 años–, y con la batuta del jugón Zarabec y el eterno Duvnjak. Así, este Kiel que se regenera como la serpiente, empezó a picar con saña con las conexiones con los dos pivotes, que sumaban 9 goles en el descanso y ponían las prime

Carlos Ortega, que busca ■ su primera Champions como técnico, consideraba clave haber “sabido mantener el equilibrio en la primera mitad y una gran defensa en la segunda; les ha sorprendido. Si defendíamos con contundencia acabarían desgastados. Esto y el gran juego en todas las líneas ha sido clave”. Ante la final, “estamos en un buen momento, con confianza, mucho mejor que en noviembre”, cuando les ganó el Kielce. ras ventajas –mínimas de un gol– hasta el primer cuarto de hora (9-8 a los 15 m).

Fue en ese momento cuando el Barça, que se había mantenido pegado en el marcador sin perder la calma, pudo cerrar mejor su defensa, recuperar balones y correr más para poner su primera ventaja, que tardó 17 minutos, el 9-10 de Aleix Gómez. El extremo de Sabadell fue el gran artífice de la revolución blaugrana con sus 12 goles, a uno solo de la mejor marca histórica de Juanín García del 2010. Sus siete goles en el primer tiempo y los cuatro de Mem permitieron al Barça llegar a gozar de dos de renta (17-19) e ir al descanso con un esperanzador 18-19.

Tras el paso por vestuarios, el equipo de Ortega se disparó como un diésel que va cogiendo velocidad de crucero. En esa conversión en un equipo más sólido y eficiente tuvo mucho que ver Gonzalo Pérez de Vargas. Si en el primer tiempo el duelo de porteros no fue decisivo (tres paradas cada uno, ambos con un pobre 14% de acierto), en la segunda parte el blaugrana despuntó con 7 paradas que cimentaron las ventajas que iban ampliando Aleix Gómez y compañía. En el otro marco, Landin, elegido mejor portero de la competición, se iba al banquillo y acababa con un mísero 6 de 35 (un 17%).

A pesar de que el Kiel se acercaba a un gol (22-23) con las exclusiones consecutivas de Fàbregas y Petrus, el Barça sacó lo mejor de sí mismo, se multiplicó en defensa y con la apisonadora en ataque fue ampliando paulatinamente la renta hasta los 6 goles, el 26-32 de N’Guessan a falta de 8 minutos.

Ya tenía la final en el bolsillo: la tercera consecutiva y la séptima que disputará en las 13 ediciones de final four. ¿Quién da más? Ahora solo falta ganarla, ante el Kielce de Talant Dujshebaev, el que más sabe derrotar a los blaugrana.c

Aleix Gómez, con 12 goles, y Pérez de Vargas, con 7 paradas en la segunda parte, fueron los mejores

La solidez defensiva del Barça, que dejó en 12 goles al Kiel tras el descanso, fue clave para llegar a la final