Andalucía como síntoma
Decíamos ayer en nuestra portada que el resultado electoral en Andalucía señalaría el rumbo de la política española y a buen seguro que ese será el tema central del análisis que harán hoy los partidos que se disputarán el gobierno de España. Con la prudencia que obliga saber que no son lo mismo unas elecciones autonómicas que unas generales, las tendencias que marcan los resultados de ayer son evidentes. El PP confirma un claro ascenso electoral, el PSOE se estanca, la ultraderecha frena, la izquierda morada se desinfla y Ciudadanos se desvanece.
Falta todavía tiempo para las elecciones generales y, salvo imprevistos, antes se celebrarán los comicios municipales y autonómicos. Así que unos y otros tienen margen para revisar sus estrategias. Pero cualquier estratega que se precie sabe que el contexto económico y social de los próximos meses es preocupante. La guerra de Ucrania, la pérdida de poder adquisitivo con la inflación disparada, el alto coste de la energía y el temor real en Europa a que pueda haber restricciones en el suministro de gas para este mismo invierno dibujan un escenario inquietante. Mañana entramos en el verano y el ambiente ciudadano está centrado en las vacaciones después de dos años de limitaciones. Se respira un clima social ansioso por aprovechar el descanso estival porque todo el mundo intuye que en septiembre vendrán curvas. Impera el carpe diem.
¿Quién se beneficiará del malestar creciente que provoca el declive económico? Esa será la clave que definirá las próximas batallas electorales. Con este panorama, los que tienen un papel más difícil para resistir un contexto negativo son los partidos que ostentan el poder por la tendencia social de buscar culpables en los gobiernos, como se vio ayer en las elecciones francesas. Mientras tanto, los partidos aspirantes a tomar el mando buscarán ahondar en la debilidad que supone llevar el timón en medio de una dura tormenta. Como siempre sucede en época de crisis, los ciudadanos optarán por apoyar al capitán que ofrezca mejores garantías de llegar a puerto. Andalucía señala el rumbo político, pero desconocemos si las recetas que nos ofrezcan propiciarán una travesía sin excesivas turbulencias.