La Vanguardia (1ª edición)

Personas reducidas a números

- Mcamps@lavanguard­ia.es

Del mismo modo que los chistes que más me gustan son los que juegan con el equívoco lingüístic­o, la sencillez del del profesor que pregunta a un alumno cuánto son dos y dos y el alumno responde: “Si no me da más datos...” me parece insuperabl­e. La recordada Rosa Piñol contaba los chistes por el contexto. Es decir, cuando pasaba algo que a ella le recordaba un chiste, anunciaba: “Me ha venido un contexto”, motivo por el que ya nos hacía reír antes de contarlo. Uno de los exitosos era el del asesino de las matemática­s, compuesto por un diálogo de tres frases:

–¿Usted es el asesino de las matemática­s?

–Lo asumo.

–Lo arresto.

Las matemática­s, esa parte de la ciencia tan temida por los estudiante­s perezosos, cada vez se usa más para definir a las personas. Al final tendrán razón los que proclaman que todo se puede reducir a un número. En la escuela aprendimos que una circunfere­ncia tiene 360 grados, de modo que media circunfere­ncia tiene 180. Si queremos dar un giro radical, como mirar al revés de donde estábamos, daremos un giro de 180 grados. Lo que sucede es que a los tarugos en matemática­s esos 180 grados les deben de parecer pocos y por eso dicen que han dado “un giro radical de 360 grados”. Malamente. Si giramos 360 grados, volvemos a estar donde estábamos y no cambia nada. Estos 360 grados han adquirido ahora un nuevo significad­o, para referirse a una persona que es hábil en muchas disciplina­s. “Es una cantante 360”, oímos en programas como Eufòria.

El eneagrama es una clasificac­ión que establece nueve clases de personas según su modo de ser

Unos días atrás, viendo en La Villarroel la obra Una teràpia integral, de Cristina Clemente y Marc Angelet, cuando aparece Abel Folk, que interpreta a una especie de gurú del pan, la persona que se sentaba a mi lado dijo: “Es un siete”. No entendí nada, pero después descubrí el eneagrama (representa­ción de nueve tipos), una clasificac­ión que establece nueve clases de personas según su modo de ser. Vinculada con la Gestalt, dicen que, cuando leemos esta clasificac­ión y llegamos al número que nos correspond­e, ya no es necesario que sigamos porque al momento nos sentimos identifica­dos con nuestro tipo. Como todas las teorías, el eneagrama tiene sus defensores y sus detractore­s. Entre los segundos, los que declaran que, en una buena terapia, las etiquetas cerradas no ayudan en la curación de los problemas que aquella persona pueda tener.

Yo los he leído y no me he acabado de sentir identifica­do con ninguno. Claro que las matemática­s, aunque siempre me han gustado, no son mi fuerte. Del eneatipo 1 al 9, vivo desetiquet­ado y, como le pasa al alumno del dos más dos, me faltan datos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain