La Vanguardia (1ª edición)

Laporta otorga parte del mérito a Masip

- Rtel López Jordà

La gloria vuelve a ser blaugrana. Una vez más. Y van once coronas europeas que hacen del Barça el mejor club de la historia del balonmano. Aunque cambien los tiempos, directivas, técnicos y jugadores. Este equipo no tiene límites. Ni entiende de imposibles. Nadie había sido capaz de revalidar la Champions en las 12 anteriores ediciones con el formato de final four en Colonia. Era una quimera. Y el Barça, el renovado equipo que heredó Carlos Ortega de Xavi Pascual, con una plantilla más corta, contradijo a la historia con tozudez, con su proverbial entrega innegociab­le, y derrotó en una final dramática al Kielce del inefable Talant Dujshebaev, el único equipo que le había derrotado dos veces este curso.

No hubo una tercera; se habían conjurado para ello. “Hagamos historia. Seamos los primeros en repetir en Colonia”, se motivaron con carteles. Y lo hicieron.

La consecució­n de la 11.ª Champions, la cuarta que ganan los blaugrana en Colonia en siete finales, la primera de Ortega como técnico –que suma a las seis coronas como jugador del primer Éxtasis

Trece meses después de

■ echar a David Barrufet como mánager deportivo y a Xavi Pascual como técnico, Joan Laporta justificó el cambio de proyecto por un consejo de Enric Masip y Valero Rivera, a los que agradeció desde Colonia la recomendac­ión. “Esta Champions es un éxito de Ortega y su staff ,y también de Masip, que me aconsejó tomar una decisión valiente. Cuando tomas decisiones valientes que son necesarias acabas ganando”, dijo a Barça TV un Laporta eufórico, que defendió a su adjunto a la presidenci­a.

“Masip había recibido muchas críticas y se ha defendido siempre porque entiende de balonmano y sabía lo que se tenía que hacer. Valero me dio el mismo consejo. Son gente que sabe. Estoy especialme­nte contento porque estas dos personas me hicieron tomar una decisión, fuimos valientes y hemos ganado”. Según Laporta, “el cambio era necesario. Nada que decir de los que llevaban muchos años ganando, pero había síntomas de que se tenía que cambiar. Ortega ha hecho un recital como entrenador, es una victoria suya”. dream team–, estuvo repleta de épica y de tensión. Se decidió el título en la tanda de penaltis (5-3), después de un choque con suspense, nervios y con una prórroga agónica (32-32) a la que se llegaba después del 28-28 al cabo de los 60 minutos reglamenta­rios. En esos instantes finales, hasta que faltaban 28 segundos, el Barça acarició el título después de mucho remar. Entonces pudo ser ya campeón, pero le tocó poner a prueba su resilienci­a. Como si hiciera falta para que la gesta tuviera más valor.

Para llegar hasta ese momento, primero tuvo que aprender a sobreponer­se en un duelo de alternanci­as. El Barça dominó desde la salida con un arranque espectacul­ar en el que llegó a irse de tres (del 5-2 al 10-7), gracias a una excelente defensa y el liderazgo ofensivo de un Aleix Gómez que se disparaba a los seis goles en el primer tiempo. Sin embargo, la lesión de Luka Cindric, fenomenal en la dirección de juego, creó dudas y desorden en la creación. Ortega

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