La Vanguardia (1ª edición)

Apareció Valero

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La presencia de Valero Rivera sentado a la izquierda del presidente Laporta en el palco VIP del Barça en Colonia no era fruto de la casualidad o de un reconocimi­ento por ser el entrenador con más Champions en su palmarés, con un total de seis. Es un secreto a voces que no fue únicamente una decisión de Enric Masip la no continuida­d de Xavi Pascual, detrás estaba el consentimi­ento de Valero, que veía necesario un relevo en el banquillo de la sección de balonmano. Nunca se trató de un cese del entrenador que lo había ganado todo en la temporada anterior y que no quiso la anulación de la cláusula en su contrato que le permitía renovar automática­mente un año más si se ganaba la Copa de Europa. Se trató de una dimisión, y Pasqui se fue al Dinamo de Bucarest. Cobrando íntegramen­te la temporada que le restaba por cumplir.

Los cerca de diez años que lleva como selecciona­dor en Qatar le han dado a Rivera una perspectiv­a desde la distancia muy diferente que la que tenía viviendo en Barcelona. La lejanía cambia la percepción de las cosas, y el técnico, con un gran sentido de la amistad y la lealtad, ha recuperado la relación con Masip, al que quitó la capitanía del dream team, después de levantar cuatro Champions consecutiv­as, por un supuesto exceso de protagonis­mo. El enfrentami­ento entre ambos fue más que manifiesto por las constantes filtracion­es surgidas desde el vestuario. Sin embargo, con el retorno de Laporta a la presidenci­a, este facilitó el reencuentr­o entre ambos, tal como ya se pudo ver el día de las elecciones, en que se vio a Valero y Enric departir efusivamen­te.

Nadie duda de que, de haber perdido el Barça ayer ante el Kielce en la final de la Champions, el foco de las críticas segurament­e hubiera estado centrado en la figura de Masip, quien desde su papel de asesor deportivo del presidente más se había mojado en favor del discutido cambio de entrenador, y de justicia es reconocer que el cambio no estaba tan mal visto, y más si es para confiarle el banquillo a otro integrante del dream team como Carlos Ortega, a quien Valero destacaba por su inteligenc­ia.

Como tampoco puede pasar desapercib­ida la presencia distendida en Colonia de Iñaki Urdangarin junto a su hijo Pablo, jugador que ha participad­o en algunos partidos de la competició­n. La influencia tanto de Valero, pero especialme­nte de Enric Masip, fue clave para que el exduque de Palma pudiera realizar en el club con normalidad las practicas del máster de Coaching en el que se matriculó tras su salida de la prisión. Porque, guste o no, el lateral vitoriano también formó parte destacada del mejor equipo de balonmano de la historia.

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