La Vanguardia (1ª edición)

Toque de atención

- Jordi Juan Director

Pedro Sánchez reaccionó ayer con la contundenc­ia a que nos tiene acostumbra­dos tras la derrota sin paliativos en las elecciones andaluzas. “El Gobierno está fuerte, está sólido y hay legislatur­a hasta el final”, afirmó ante el comité federal del PSOE. No se podía esperar otra cosa del hombre que ha hecho de la resistenci­a su principal virtud. Sus hombres de la Moncloa anunciaron que el Consejo de Ministros de hoy aprobará una batería de medidas “de izquierdas y progresist­as” para disipar cualquier atisbo de crisis en el Ejecutivo. De hecho, hace ya días que se estaban preparando ante la eventual debacle que preveían los sondeos.

Es normal que el mensaje que lancen los socialista­s sea minimizar el resultado andaluz como lo es que los populares intenten vender estavictor­iacomoextr­apolableat­odaEspañay­empiecenya­ahacer quinielas de ministrabl­es. La realidad es que queda aún mucho tiempo hasta las elecciones generales y que todavía queda mucha tela que cortar en unos tiempos tan líquidos como los actuales. Dicho lo cual, haría bien Sánchez en reflexiona­r a fondo sobre lo sucedido en Andalucía y asumir que ha recibido todo un toque de atención, aunque no se quiera admitir así. Posiblemen­te, gobernar en estos tiempos de crisis social, económica y sanitaria no es nada fácil y no es lo mismo el desgaste que se sufre desde la sala de máquinas de una Administra­ción central que el que puede sufrir un presidente autonómico como Juan Manuel Moreno Bonilla. En los próximos meses, Sánchez va a tener oportunida­des para resarcirse ante sus electores como la distribuci­ón de los fondos europeos, la presidenci­a rotatoria del Consejo de la UE o la cumbre de la OTAN que convertirá a Madrid en capital del mundo durante dos días la próxima semana. Pero también es verdad que la incerteza económica y los problemas derivados de la guerra de Ucrania pueden ir en la dirección contraria y ahondar en el malestar de los ciudadanos.

El problema para Sánchez es que su debilidad en el Congreso es mayor que en el inicio de la legislatur­a y que su socio, Unidas Podemos, no vive tampoco en el mejor de los mundos. Quizás es el momento de una gran reacción porque la inercia puede llevar a un cómodo triunfo del PP.

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