Los cómplices del odio más eficaces, después de sus militantes, son los silenciosos
y cuándo estaba seguro de poder expedir un certificado de defunción, contestaba: “Fácil: entro en la habitación, y si no queda ningún rastro de vanidad, la persona, indudablemente, ha muerto”. La falsa humildad puede ser una excelente estrategia para escurrir el bulto sin riesgos. estar en la plaza y asistir a lapidaciones —con piedras o digitales—, calladitos, contemplando desde la barrera o la pantalla, rodeado de los tuyos. Los cómplices del odio más eficaces, después de sus militantes, son los silenciosos. Los Mitläufer (los cómplices callados) que tan bien describe Géraldine schwarz en Los amnésicos. Los que acompañan en silencio como testimonios de una tribu.
La humildad se ejerce desde el silencio solitario. La tribu nunca será humilde, porque aumenta decibelios. es el subidón, rodeado de los tuyos, nadie está callado, por eso es impresionante leer en el Financial Times Weekend a Jonathan Haidt describir cómo se instala, en el curso 20132014, la cultura de la cancelación en los campus universitarios de estados unidos. todos a callar en el país que fue, en su tiempo, de los pieles rojas, porque ahora hay pavor al linchamiento en manos de los pieles sensibles. Hemos llegado a la forma más perfecta de censura. Pensar, no como lo hacía Josep Pla, en el adjetivo perfecto, sino en el que menos incomode. Bienvenidos a la entrada de la nada.c