La Vanguardia (1ª edición)

Mi amigo Picasso

El museo barcelonés expone la fotografía­s íntimas de Lucien Clergue

- Teresa esé Barcel na

Lucien Clergue (19342014) era un simple repartidor de comida de 19 años cuando, superando su timidez con grandes dosis de audacia, abordó a Pablo Picasso a la salida de una corrida de toros en la plaza de Arlés. Le hizo un retrato y luego puso en sus manos algunas de las fotografía­s que hacía aprovechan­do la hora del almuerzo y revelaba por las noches. “¡Me gustaría ver más!”, le respondió el maestro, dando la alternativ­a al joven fotógrafo y abriendo las puertas aun sin saberlo a una relación de amistad y complicida­d que duraría toda la vida. Gracias a ella podemos ver hoy al Picasso más privado que con ojos asustados –no sabía nadar– flota en el agua sin despegarse de la orilla de la playa de Cannes, baila flamenco con el gran Manitas de Plata durante una fiesta gitana, pega la hebra con un taxista o toca la bandurria junto a los músicos de la peña taurina de Logroño.

El Museu Picasso de Barcelona, que en el 2016 adquirió un fondo de casi 600 imágenes del fotógrafo que luego fundaría los Rencontres d’Arles, y tras una primera exposición, en el 2017, le dedica una segunda muestra que se ve como si fuera un dietario, un álbum familiar. De aquel primer encuentro con don Pablo, Clergue creó Saltimbanq­ues, una serie de retratos de niños acróbatas de los circos ambulantes que visitaban la región, a los que contraponí­a un fondo de edificios de Arlés bombardead­os durante la Segunda

Guerra Mundial. Ahora sí, es ya Picasso quien llama a su puerta para invitarle a La Californie, la villa de Cannes en la que compartió vida con Jacqueline Roque. Tuvieron veintisiet­e encuentros, el último dos años antes de la muerte del artista, en 1973. Picasso tiene 89 años y por primera vez lo vemos como un viejo. Clergue, que lo había hecho padrino de una de sus hijas, a la que vemos jugando sentada en sus rodillas, lo fotografió durante el rodaje de la película de Cocteau Testamento de Orfeo, en la que también aparecen Jacqueline, Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé, y después de muerto regresará a Notre-Dame-de-Vie para retratar su ausencia y las obras embaladas a punto de partir hacia otro destino. En una ocasión, el que también fue mánager del guitarrist­a Manitas de Plata, definió así al malagueño: un hombre “fuerte, triunfante, vulnerable, tímido, hastiado, glorioso y feliz de vivir”.

La exposición, hasta el 20 de octubre, abre sus puertas junto a otra muestra homenaje que surge de los fondos vivos del propio museo, en este caso el archivo personal de Brigitte Baer, la gran investigad­ora de la obra gráfica de Picasso cuya abundante documentac­ión –manuscrito­s, los catálogos razonados publicados con anotacione­s de la autora, fichas catalográf­icas...– fueron donados por su sobrino, David Leclerc, en el 2015. Se muestran en vitrinas junto a una colección de grabados y, al igual que el de Clergue, el proyecto ha sido comisariad­o por Emmanuel Guigon y Sílvia Domènech en colaboraci­ón con Núria Solé Bardalet.c

Una segunda muestra homenajea a Brigitte Baer, que dedicó gran parte de su vida a estudiar sus grabados

 ?? Museu Picasso/Atelier Lucien ler ue ?? Pablo Picasso bailando con el guitarrist­a Manitas de Plata en una fiesta gitana en Arlés, en 1964
Museu Picasso/Atelier Lucien ler ue Pablo Picasso bailando con el guitarrist­a Manitas de Plata en una fiesta gitana en Arlés, en 1964

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