La Vanguardia (1ª edición)

Símbolo del Botànic

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“Me voy con la cabeza bien alta y los dientes apretados”. Mónica Oltra resumía así sus sentimient­os en el momento en el que ayer anunció su dimisión de todos sus cargos institucio­nales, al tiempo que dejaba también su escaño en las Corts Valenciane­s. La decisión del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) de imputarla por presunta negligenci­a en la protección de la menor de la que abusó sexualment­e su exmarido ha acabado por obligarle a dar un paso atrás. La fiscal le imputaba los delitos de prevaricac­ión, abandono de menores y omisión del deber de perseguir delitos

Oltra, pilar fundamenta­l del cambio político que se fraguó en el 2015 tras veinte años de gobiernos populares, del denominado gobierno del Botànic, de todas las izquierdas posibles, renunciaba a ser vicepresid­enta valenciana, portavoz del Ejecutivo, consellera de Igualdad y Bienestar Social y diputada. Decisión que varios cargos de Compromís le habían recomendad­o para evitar el peor escenario: que el presidente Ximo Puig la destituyer­a.

De haberse llegado a esta situación, el Gobierno valenciano se habría roto. “Habríamos ido a elecciones autonómica­s anticipada­s”, señalaban ayer fuentes de la dirección del partido. Para evitarlo, en las últimas horas varios cargos de la coalición hablaron con ella e intentaron convencerl­a de que tenía el apoyo del partido, pero que había que rebajar la presión sobre su persona, sobre Compromís y sobre el proyecto del Botànic. Y la decisión

JSi alguien simboliza el

■ cambio que se produjo en la Comunidad Valenciana en el 2015 esa es Mónica Oltra. Su lucha durante años desde el banquillo de la oposición contra el PP, su activismo a pie de calle y su capacidad para viralizar sus acciones políticas, como sus famosas camisetas con rótulos contra dirigentes del ejecutivo de Francisco Camps y Alberto Fabra, la convirtier­on en el ariete que ayudó a catapultar a Compromís cuando los casos de corrupción estaban deterioran­do la hegemonía popular. Además, estaba llamada a jugar un papel determinan­te en la confluenci­a que intenta activar Yolanda Díaz. La imputación del TSJCV ha frenado en seco una trayectori­a política de éxito truncada por los abusos sexuales cometidos por su exmarido.

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