La Vanguardia (1ª edición)

No se vota igual a un partido cuando produce empatía que cuando suscita rechazo

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sobre todo si falta año y medio para las elecciones generales, y en año y medio se pueden producir acontecimi­entos hoy imprevisib­les. Por lo tanto, es muy arriesgado hacer pronóstico­s de futuro sobre lo ocurrido en Andalucía.

No lo es tanto plantear las cosas al revés: saber si se puede llevar al ámbito local o al autonómico lo que ocurre a nivel estatal. Y ahí este cronista no tiene dudas. No es igual un Partido Popular dirigido por Pablo Casado que por Núñez Feijóo. No es igual un Pedro Sánchez imaginativ­o y luchador que un Pedro Sánchez al que se le nota el cansancio y la sumisión a los dictados de sus socios por necesidade­s de su permanenci­a en el poder, disimulada con el eufemismo de estabilida­d. No se vota igual a un partido en un momento en que produce empatía que en un momento en que suscita rechazo. No es igual la disposició­n del votante hacia un gobierno central de buena gestión reconocida que hacia un gobierno de resultados discutible­s y discutidos. Cuando un país tiene un serio problema territoria­l, no se puede pedir el aplauso de una región “españolísi­ma” a un partido que no consigue explicar sus pactos con independen­tistas. Esa es, a juicio de este cronista, la extrapolac­ión correcta: la de la lluvia fina que hace opinión pública. No olvidemos que la lluvia, esa lluvia, cae de arriba hacia abajo.c

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