València abre el CaixaForum más espectacular
La Fundació La Caixa presenta el nuevo espacio, cuyo interior ha creado Enric Ruiz-Geli en el Àgora de Calatrava
Tras dos años de obras y cinco de concepción, ayer se inauguró CaixaForum València, un proyecto muy ambicioso de la Fundació La Caixa, situado en el edificio Àgora de la Ciutat de les Arts i les Ciències de Santiago Calatrava, convertido en un paisaje mediterráneo en el que la cultura y la educación ocupan un lugar preferente para convertir la ciudad en un exponente de modernidad al más alto nivel. Se espera que atraiga, al principio, entre 300.000 y 500.000 personas cada año, lo que lo convertiría en el centro cultural más visitado de la ciudad.
“Muchas gracias por este sueño que nació de manera primigenia en Barcelona, en tu despacho”, le dijo el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, al presidente de la Fundació La Caixa, Isidro Fainé. Para el directivo de la entidad, el resultado se debe a “la fe y al empeño de todos los que han hecho que el proyecto salga adelante”. Ambos inauguraron oficialmente, junto al alcalde de València, Joan Ribó, este espacio. Sus parlamentos resonaron en un auditorio diseñado por Frederic Amat. Concebido como una caja negra, con un paisaje de cartón y una instalación en el techo que reivindica la protección de los bosques, El bosc escrit acogerá actuaciones y conferencias.
Agotadas las 20.000 entradas gratuitas que se ofrecieron en esta semana de puertas abiertas, Ribó opinó que ello demuestra “la expectación levantada y es un avance de lo que supondrá CaixaForum para la ciudad”, que tiene un anhelo creciente de contar con más espacios para el ocio y la cultura, y en eso este nuevo espacio quiere ser referencia.
Insistió especialmente en ello la directora general adjunta de la Fundació La Caixa, Elisa Durán, quien aseguró que “queremos consolidar al público local, pero por el espacio en el que se ubica sabemos e imaginamos que habrá mucho turista”. Y es que el del Ágora no es uno más, es el CaixaForum más singular de la red de centros culturales de la Fundació La Caixa en España, ubicado en un edificio de la siempre fotografiada Ciutat de les Arts i les Ciències que estaba sin uso.
Obra del arquitecto Enric Ruiz-Geli, profesor de la universidad estadounidense Virginia Tech, cuenta con cerca de 10.000 metros cuadrados dedicados a la difusión del conocimiento, dos salas de exposiciones, un auditorio con capacidad para unas 300 personas, una librería, un restaurante y un espacio familiar y educativo. En todos ellos pudo entrar ayer la prensa acompañada por el arquitecto, quien explicó sentirse “como un niño con zapatos nuevos o como aquel que mete el gol más esperado”. Una sensación, la de vivir un día especial, que tuvieron todos los presentes, más si cabe al mirar al techo y descubrir cómo la instalación permanente Arc al cel de Inma Femenía –escultura que aprovecha la luz solar para crear un efecto cromático de arcoíris– se proyectaba tal como el boceto que enseñó hace unos meses.
Afuera, el Palafit de Anna Talens recuerda que el último CaixaForum nace junto a la huerta valenciana. El pasado 25 de mayo llegó a València, en avión desde Berlín, dividido en dos partes. Ayer, su joven creadora presentó esta pieza de acero inoxidable como un homenaje a la ciudad, su historia y su paisaje. “Lo he colocado ahí para que se vea al entrar, pero si los visitantes siguen caminando unos metros, verán las barracas de verdad. Es lo que pretendía”, explicó a La Vanguardia, mientras agradecía “la suerte trabajada” de poder formar parte de un proyecto como este.
A su lado, descansando en los asientos del Àgora –tras una mañana de mucho ajetreo y nervios para toda la organización–, estaba Inma Femenía, la otra artista valenciana cuya obra, Arc al cel, fue elegida para formar parte del paisaje. “Creo que ha encajado muy bien con la arquitectura de Enric Ruiz-Geli y en estas dos semanas que está proyectándose, los trabajadores ya se lo han hecho suyo… Espero que sea lo que pase también con el resto de visitantes”, explicó la artista.
No es el único guiño valenciano. El bosc vertical que envuelve el restaurante del edificio está firmado por Paisajismo Urbano, empresa de Torrellano (Elx), que detenta la patente. “En él viven y duermen un murciélago, libélulas y varios pájaros”, contó ayer Ruiz-Geli, quien explicó cómo este jardín también ayuda a atemperar la temperatura del edificio, que genera un 73% menos de emisiones que otros centros similares. De la sostenibilidad también habla la fibra de vidrio que ha usado el ceramista Toni Cumella en la bóveda catalana que recubre la librería, sostenida por una estructura de madera inspirada en las palmeras de Elche.
En la librería, gestionada por Laie, se podían encontrar ayer láminas de paisajes valencianos, tazas con iconos del cap i casal, pero
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