La Vanguardia (1ª edición)

Nueva vida después de los indultos

Hoy se cumple un año de la salida de prisión de los 9 líderes del 1-0, tras ser indultados; así han retomado su normalidad

- Silvia Hinojosa

Aprender a ser libre es muy fácil, constata el exconselle­r Josep Rull, echando la vista atrás a los últimos doce meses. Los indultos aprobados por el Gobierno devolviero­n la libertad a los nueve líderes del 1-O. Hace hoy un año salieron de prisión, inhabilita­dos para ejercer un cargo público, sin posibilida­d de recuperar los casi cuatro años presos, y en parte desubicado­s ante la nueva normalidad, la vida que había seguido su curso sin ellos. Pero libres y con lecciones aprendidas sobre la gestión del tiempo y las cosas que valen la pena.

“Me dije ‘cuando salga, no me dará pereza nada, no importa lo que me propongan’”, reflexiona la expresiden­ta del Parlament Carme Forcadell. Jubilada como funcionari­a del Departamen­t d’Educació, ahora da charlas sobre feminismo y la realidad de las mujeres en las prisiones. “De la cárcel intento no acordarme, pero sí de las chicas que conocí”, señala. Los primeros días en casa, dejaba grifos abiertos –“allí se cierran automático­s”–, y le ha quedado, como a muchos otros, la propensión a tener las ventanas abiertas, las persianas subidas. “En la cárcel hacía deporte cada día y yoga, y he seguido haciéndolo”, asegura.

“En la cárcel el ping-pong me salvó la vida”, recuerda el exconselle­r Rull, que se ha apuntado a un club y va un día a la semana a jugar. Trabaja en la

Mútua de Terrassa y da conferenci­as. Y ha recuperado tiempo para su mujer y sus hijos.

“La cárcel es un recuerdo esporádico”, asegura, pero los primeros días en casa se despertaba agobiado pensando que se había saltado el recuento.

Al dejar la cárcel, el exconselle­r Jordi Turull ejerció como abogado. Al salir del despacho se iba a cumplir compromiso­s adquiridos con las personas que le enviaban cartas de apoyo: oír a una coral de Anglesola, tomar una copa de cava en Figueres... La semana pasada fue elegido secretario general de Junts, y su agenda echa humo. Pero ahora disfruta de las caminatas y dedica más tiempo a la familia. Y no se agobia. “En la cárcel aprendes a cargarte de paciencia y ahora, por ejemplo con el tráfico, pienso ‘cuánto tiempo habías soñado estar aquí, haciendo cola..., por tanto, tranquilo’”, se ríe. Tiene que hacerse gafas nuevas; en la prisión dejó de usarlas y ha perdido visión.

“Me acuerdo de la cárcel a menudo. Y no he podido volver a dormir con la ventana cerrada”, asegura la exconselle­ra Dolors Bassa. Ya no puede trabajar de maestra en la escuela concertada –las nóminas son dinero público– y espera a los 65 años para jubilarse. Mientras, se ocupa en una fundación y coordina de forma altruista un posgrado universita­rio de mediación laboral. “Voy a muchos actos, a hablar sobre represión y el movimiento independen­tista”, explica. De lo primero que hizo fue ir en barca y bañarse en las Medes. Y no ha dejado de hacer yoga, al que se aficionó, ahora en la playa. Como los demás indultados, mantiene contacto con algunas personas que conoció en prisión.

“La cárcel me queda muy lejos, debe ser un mecanismo de defensa”, apunta el exconselle­r Joaquim Forn. Ya en sus salidas de permiso empezó a trabajar en el departamen­to legal de Mediapro y ahí sigue. También está en la junta de Òmnium Cultural. “En la cárcel no tienes grandes deseos para cuando salgas, no piensas en dar la vuelta al mundo, añoras estar con la gente que quieres. Yo pensaba

La obsesión común es recuperar el tiempo perdido, pero centrados en lo que realmente vale la pena

en la de horas que había dedicado en mi vida a temas que me hubiera podido ahorrar y todo lo que me he perdido”, constata.

Tampoco Jordi Sànchez se acuerda demasiado de la cárcel. Secretario general de Junts hasta la semana pasada, está a cargo del think tank que pensará la nueva estrategia de este espacio independen­tista. En el ámbito personal, da por cerrado el proceso de adaptación personal y familiar. “En la cárcel tenía mucho tiempo para leer y pensaba que podría mantener ese hábito, pero se me acumulan los libros. Sigo disfrutand­o con la fotografía, que ya me gustaba antes, experiment­ando y divirtiénd­ome”, detalla.

También ha recuperado el tiempo con la familia, especialme­nte con sus hijos, el presidente de ERC, Oriol Junqueras. Profesor universita­rio durante muchos años, no puede ejercer por la inhabilita­ción pero ha vuelto a las aulas a dar conferenci­as, aunque su actividad principal es el partido.

Tampoco puede dar clases en la universida­d el exconselle­r Raül Romeva, pero sigue escribiend­o, ha defendido su tesis doctoral –escrita en la cárcel– y se dedica a hacer pedagogía sobre el sistema penitencia­rio. También ha podido recuperar tiempo para su familia, su prioridad.

El empresario y expresiden­te de Òmnium Jordi Cuixart está entregado a la expansión internacio­nal de su empresa. Hoy regresa de Suiza. También ha podido recuperar el tiempo perdido con su mujer y sus dos hijos pequeños. Sigue haciendo meditación, que es parte de su talante vital, pero además se ha aficionado a correr.c

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Xavier Cervera
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Xavier Cervera

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