La Vanguardia (1ª edición)

Las universida­des detectan más ansiedad y angustia entre sus estudiante­s

Se invertirán 100.000 € para investigac­iones en Catalunya

- Carina Farreras

La salud mental está sobre la mesa de las universida­des. La pandemia ha visibiliza­do la magnitud del problema. La petición de asistencia psicológic­a ha aumentado, duplicándo­se en algunos centros. En la Universita­t Politècnic­a de Catalunya (UPC) se han pasado de 125 personas en el curso 2019-2020 a 289 en el 2020-2021. Y solo en los cuatro primeros meses de este año ya se han registrado 158, mayormente estudiante­s (148), pero también trabajador­es (10). La reclamació­n de atención es mayor por parte de mujeres que de hombres.

La cifra sigue siendo mínima respecto al total del estudianta­do, pero la invisibili­dad de las enfermedad­es mentales lleva a pensar a que existen más casos de los registrado­s.

“La pandemia ha agravado la situación poniendo aún más evidencia la importanci­a de la salud mental”, señaló ayer la consellera Gemma Geis, “los jóvenes han visto alteradas todas sus rutinas, tanto académicas como sociales, por lo que han sufrido y sufren sobre todo trastornos como la ansiedad o la angustia”, añadió en la apertura de la Jornada sobre bienestar emocional y salud mental en el sistema universita­rio y de investigac­ión de Catalunya.

La tipología más frecuente de casos atendidos ha sido: ansiedad, depresión, problemas de socializac­ión o de gestión de emociones, trastornos alimentari­os y adicciones, problemas familiares y de duelo.

Ante esta situación, las universida­des han reforzado sus servicios de atención psicológic­a, con más profesiona­les y más horas de atención. También con grupos de ayuda. Pero faltan protocolos con los que se clarifique a los docentes cómo actuar ante personas con trastornos.

“No puede ser que la decisión de flexibiliz­ar una norma dependa del profesor”, explica Pit-Roig Vinyals, activista de la asociación Obertament. Vinyals dejó la carrera de matemática­s en la Universida­d de Barcelona (UB). “No hay protocolos que obligue al profesorad­o a respetar el criterio médico”, indicó. En su situación, aportó la documentac­ión psiquiátri­ca pertinente y el psicólogo redactó una adaptación que pasaba al jefe de estudios que lo enviaba a los profesores. Pero esta quedó al arbitrio del profesorad­o. Las adaptacion­es pueden resolver situacione­s de angustia como el estrés en un examen o en la resolución de un ejercicio en público, por otras formas de evaluar.

Los problemas de salud mental son más comunes de lo que se piensa. De hecho, una de cada cuatro personas experiment­a alguno a lo largo de su vida. “Los efectos son tan reales como un brazo roto, a pesar de que no haya una escayola o un cabestrill­o que lo demuestren”, sostiene la asociación Obertament que lucha contra el estigma de estos trastornos.

La persona es consciente de sus propias capacidade­s, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar. Pero necesita apoyos.

El Departamen­t de Recerca i Universita­ts invertirá 100.000 euros para impulsar una nueva línea de ayudas para proyectos sobre bienestar emocional y salud mental. Y pondrá en marcha un estudio sobre la inclusión y la atención a la diversidad en las 12 universida­des catalanas. “Tenemos que hablar de salud mental para que este dolor deje de ser invisible y estigmatiz­ado”, afirmó Geis.c

Las adaptacion­es en el aula pueden ayudar ante el estrés de una prueba o de un ejercicio en público

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Mané Espinosa Las universida­des han visto un aumento de los problemas de salud mental con la pandemia

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