La Vanguardia (1ª edición)

Fémina Natación Club, el primero de España

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El día primero de octubre de 1912 nacía el Fémina Natación Club, con diecinueve socias fundadoras. Clementina Ribalta fue elegida presidenta. Disponían de local propio en Banys de Sant Sebastià, lo que les permitiría bañarse en invierno. Anunciaron que el domingo siguiente escogerían el traje reglamenta­rio, la insignia y el gallardete.

Unos pocos días más tarde esta iniciativa mereció un largo artículo laudatorio, firmado con el pseudónimo de Trudjeon habitual en las páginas de Mundo Deportivo, que expresaba sus deseos fervientes de que el primer club exclusivam­ente femenino de España mereciera los mejores éxitos.

La primera competició­n fue organizada en agosto, al convocar el recién nacido club el Campeonato Internacio­nal de Natación para señoras y señoritas. Se celebró ante Banys de Sant Sebastià con dos carreras de velocidad: 100 y 200 metros.

Los premios consistían en objetos artísticos y copas, aunque lo más interesant­e eran los donantes; de ahí que merezca la pena citar al presidente del Club Natació Barcelona, al señor Conde de Almacenes El Siglo, a la revista Feminal y al Reial Club Marítim.

Era indicativo que la presidenta de Fémina se llamara

Fundado en 1912, con sede en Banys de Sant Sebastià y presidido por Clementina Ribalta

Clementina Ribalta y que la sede del club fuera Banys de Sant Sebastià. Y es que ella y su hermana Mercè eran hijas del propietari­o Tomàs Ribalta, mestre d’aixa, carpintero de ribera.

Por la novedad y sobre todo por la época, las crónicas sobre sus actividade­s novedosas, que merecieron inusuales informacio­nes extensas, iban trufadas con este vocabulari­o: “lindas señoritas”, “gentiles nadadoras” y hasta “ondinas”, para así adornarlo con evocación mitológica. Lástima que al describir las competicio­nes de los chicos no emplearan nunca el substantiv­o “señorito”.

Algunos historiado­res de los deportes náuticos, como el destacado José María MartínezHi­dalgo, comentaron que al cabo de unos años Fémina cesó en sus actividade­s; apuntaba que tenía pocas asociadas y no disponía de local social en la playa. Sospecho que fue por algún otro motivo, pues los Ribalta, mis amigos, eran feministas y sus Banys de Sant Sebastià, que se convirtier­on en los más prestigios­os y lujosos de la ciudad, colaboraro­n en ayudar desde el primer momento en aquella iniciativa novedosa.c

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