Casals regresa a su casa-museo
Después de casi un cuarto de siglo de existencia desde su última puesta a punto como museo, la Vila Casals que hizo construir el gran músico a partir de 1910 se ha remodelado y rehabilitado de manera ejemplar, con un coste de más de 2 millones de euros, y el trabajo del equipo dirigido por Jordi Pardo y Núria Ballester con numerosos especialistas ha sido notorio.
Pau Casals, por su simbiosis artística y humanística y las circunstancias –algunas dramáticasque jalonan una vida de estudio, de triunfo internacional y compromiso con su sociedad, trasciende lo musical.
Ya el relato del anterior discurso museográfico conmovía, pero ahora la Vila Casals y su Museu se han transformado en una propuesta que la sitúa sin duda como referencia mundial en las casas-museo. Aúna lo espectacular audiovisual de elocuente selección, sorprende la buena síntesis narrativa y, a medida que se avanza en la visita, informa, asombra (incluso al especialista), deja espacio para el juego tecnológica, imágenes manipulables que explican detalles de la vida y la obra, y la música acompaña todo el trayecto desde el pequeño violoncelo de juguete; la del gran instrumentista, la del director elocuente, la del maestro, y su síntesis, el mágico salón del piano que hace emocionar a los más grandes cellistas.
Hay que ver este museo, que es más que ello, testimonio del arte de su tiempo, la casa de un hombre como pocos comprometido con su sociedad, luchador por la paz, de la que pudo disfrutar hasta que la guerra generada por el alzamiento de Franco le envió definitivamente al exilio del que no regresó, ya que murió en 1973 en Puerto Rico.
La vitalidad de este maestro, la profundidad de su espíritu, se traducía al hacer música, y en su palabra y compromiso. En lo musical llaman la atención unas imágenes del salón de música, dirigiendo en Puerto Rico. Su trabajo en el podio es admirable, sabemos las dificultades que presentaban aquellas orquestas –no eran claro está la Filarmónica de Berlín- pero eran músicos que reconocían en Casals lo que debe ser un director, un maestro, y se volcaban llegando con su consejo a sonar con emoción.
ESCENARIOS
Esteban Linés
La banda estadounidense Wilco es una de las de las grandes ligas más asiduas de los escenarios barceloneses, Liceu incluido. Ayer hicieron suyo el agradable espacio del Poble Espanyol, dentro del Cruïlla XXS, y lo hicieron con un cambio significativo en su linea de combate debido a la ausencia de su formidable guitarrista Nels Cline a causa de la covid.
Este inesperado embate –que ya ha afectado a los conciertos anteriores de esta semana en Bilbao y Zaragoza– ha obligado a reestructurar el equilibrio del sexteto, dando un mayor protagonismo a Pat Sansone, un brillante y contrastado multiinstrumentista. Así se pudo ver a Tweedy asumiendo un primera