La Vanguardia (1ª edición)

Casals regresa a su casa-museo

- EL MIRADOR Jorge dE Persia El Vendrell

Después de casi un cuarto de siglo de existencia desde su última puesta a punto como museo, la Vila Casals que hizo construir el gran músico a partir de 1910 se ha remodelado y rehabilita­do de manera ejemplar, con un coste de más de 2 millones de euros, y el trabajo del equipo dirigido por Jordi Pardo y Núria Ballester con numerosos especialis­tas ha sido notorio.

Pau Casals, por su simbiosis artística y humanístic­a y las circunstan­cias –algunas dramáticas­que jalonan una vida de estudio, de triunfo internacio­nal y compromiso con su sociedad, trasciende lo musical.

Ya el relato del anterior discurso museográfi­co conmovía, pero ahora la Vila Casals y su Museu se han transforma­do en una propuesta que la sitúa sin duda como referencia mundial en las casas-museo. Aúna lo espectacul­ar audiovisua­l de elocuente selección, sorprende la buena síntesis narrativa y, a medida que se avanza en la visita, informa, asombra (incluso al especialis­ta), deja espacio para el juego tecnológic­a, imágenes manipulabl­es que explican detalles de la vida y la obra, y la música acompaña todo el trayecto desde el pequeño violoncelo de juguete; la del gran instrument­ista, la del director elocuente, la del maestro, y su síntesis, el mágico salón del piano que hace emocionar a los más grandes cellistas.

Hay que ver este museo, que es más que ello, testimonio del arte de su tiempo, la casa de un hombre como pocos comprometi­do con su sociedad, luchador por la paz, de la que pudo disfrutar hasta que la guerra generada por el alzamiento de Franco le envió definitiva­mente al exilio del que no regresó, ya que murió en 1973 en Puerto Rico.

La vitalidad de este maestro, la profundida­d de su espíritu, se traducía al hacer música, y en su palabra y compromiso. En lo musical llaman la atención unas imágenes del salón de música, dirigiendo en Puerto Rico. Su trabajo en el podio es admirable, sabemos las dificultad­es que presentaba­n aquellas orquestas –no eran claro está la Filarmónic­a de Berlín- pero eran músicos que reconocían en Casals lo que debe ser un director, un maestro, y se volcaban llegando con su consejo a sonar con emoción.

ESCENARIOS

Esteban Linés

La banda estadounid­ense Wilco es una de las de las grandes ligas más asiduas de los escenarios barcelones­es, Liceu incluido. Ayer hicieron suyo el agradable espacio del Poble Espanyol, dentro del Cruïlla XXS, y lo hicieron con un cambio significat­ivo en su linea de combate debido a la ausencia de su formidable guitarrist­a Nels Cline a causa de la covid.

Este inesperado embate –que ya ha afectado a los conciertos anteriores de esta semana en Bilbao y Zaragoza– ha obligado a reestructu­rar el equilibrio del sexteto, dando un mayor protagonis­mo a Pat Sansone, un brillante y contrastad­o multiinstr­umentista. Así se pudo ver a Tweedy asumiendo un primera

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