La música se apellida Wilco
La banda de Jeff Tweedy deslumbra en el Poble Espanyol
persona guitarrístico no muy habitual, rasgando en plan ácido como en Sunken treasure o con solos desmelenados como el de At least that’s what you said.
Aparecieron puntualmente a las nueve de la noche el ahora temporalmente quinteto, atacando el final del atardecer con un par de temas de su flamante álbum, Cruel country. Primero el tempo pausado de I am my mother, que se prolongó con el corte que da nombre al álbum. Un arranque en plan country de raíces más o menos ortodoxas, que al acabarlo sirvió para que Tweedy disculpara la ausencia de Cline esa razón de fuerza mayor para añadir que “the show must go on” (el espectáculo debe continuar).
Y siguió con el pistón cada vez más acelerado, lo que demostraron brillante y musculosamente los otros cuatro músicos que dan vida al combo de Chicago: Glenn Kotchke (batería), Mikael Jorgensen (sintetizadores y efectos), John Stirratt (bajo) y el citado Sansone, que se desdobló al frente de los teclados y con las guitarras. Y así a lo largo de dos horas durante las que visitaron unas veinticinco composiciones, centradas especialmente en algunos de sus álbumes más emblemáticos como Yankee Hotel Foxtrot, A ghost is born, Being there, y, lógicamente, el alumbrado hace un mes y que da pie a la presente gira.
Un álbum con el que Tweedy y los suyos vuelven en cierta medida a sus raíces country con un listón cualitativo muy elevado y que le conecta en ese aspecto con aquellos álbumes antes mencionados y que sin duda son los más memorables. Lo que pasa, y esta es una de las formidables grandezas de Wilco, es que en vivo es donde alcanza toda su dimensión esa cohabitación del country con el rock, siempre desde una perspectiva nada acomodaticia y sí viva.
Y lo demostraron con ese repaso generoso que fue adquiriendo velocidad de crucero en seguida. Y con una interconexión con el publico –3.000 incondicionales de treinta años para arriba que disfrutó visiblemente–, como se materializó al finalizar Box full of letters, con una ovación y palmas que emocionó al glorioso músico. O cuando aseguró en otro momento que había echado mucho de menos al publico de una ciudad de la que había estado demasiados años sin volver. O cuando puso la piel definitivamente de gallina a propios y extraños con esa joya que responde por Jesus, Etc.c