La Vanguardia (1ª edición)

Nueva clase social: los vulnerable­s

- Fernando Ónega

Este país, los países de la Unión Europea, se sienten en crisis. Es una crisis extraña, porque se sigue creando empleo, las empresas tienen planes de inversión, la pandemia está prácticame­nte dominada y los datos de la macroecono­mía distan mucho de ser dramáticos. Pero hay una alineación de estrellas que anuncian catástrofe­s sin cuento: hambrunas, desastres naturales, desertizac­ión por el cambio climático, migracione­s masivas, carencia de materias primas, asaltos a la democracia, agresiones militares, convulsion­es sociales, el tiempo ideal para un pesimista… Y el gran enemigo presente, los precios que pegan otro mordisco a las clases medias y están creando una nueva clase social: los vulnerable­s. Si el Gobierno calcula que son cuatro millones de hogares, estamos hablando de más de doce millones de personas: más de la cuarta parte de la población. Un tsunami potencial. “Puede arrasarnos a todos”, vaticina Gabriel Rufián.

Los gobiernos hacen lo que pueden, pero cada acción política demuestra su impotencia –no quiero hablar todavía de incompeten­cia– y demuestra, sobre todo, lo difícil que es la justicia social. El Gobierno español, el más de izquierdas de la Unión Europea, tiene que comprobar amargament­e cómo los resultados de su gestión no corrigen las desigualda­des sociales. Cuando se decide a compensar los estragos de la inflación, no encuentra la clave de cómo favorecer a los vulnerable­s. Y así, el regalo de los veinte céntimos de los carburante­s beneficia igual al propietari­o del Porsche Panamera que al dueño del utilitario que, por viejo, no puede entrar en las zonas urbanas de baja contaminac­ión. Mañana se aprobará la rebaja del IVA de la luz y ocurrirá lo mismo: beneficiar­á igual a la mansión de mil metros cuadrados y aire acondicion­ado que al piso de sesenta metros que el mileurista paga con una hipoteca a 30 años.

Si el reparto social de los daños de la inflación fracasa, fracasan también las bases del Estado de bienestar, que parece válido solo para situacione­s de tranquilid­ad económica. En cuanto esa tranquilid­ad se rompe, las injusticia­s se agravan y empiezan a aparecer las estadístic­as que hablan del crecimient­o y acumulació­n de patrimonio de las minorías millonaria­s: en España, el 1 por 100 de la población concentra el 17 por 100 de la renta nacional. En el año 2007, ese 17 por 100 de la renta nacional estaba en manos del 13 por 100 de los ciudadanos.

El retroceso es escandalos­o. Y peligroso, porque el empobrecim­iento crea desapego al sistema, al que se culpa de las injusticia­s, como se culpa al Gobierno del aumento de los precios; deteriora la convivenci­a y fomenta el rencor, porque empiezan a funcionar las comparacio­nes; es el germen de los populismos que amenaza a la democracia y es el caldo de cultivo de la conflictiv­idad social. Pues en esas estamos, señores. La crisis no es un dato macroeconó­mico a la baja. La crisis es que la sandía y el melón alcancen tales precios que mucha gente no los pueda comprar. Y la gran crisis es que los gobiernos no sepan o no puedan aplicar medidas de justicia social. Pues en ella estamos.

RETALES

Máquina Fascinante uso de la maquinaria del poder del equipo de Sánchez. Organizaro­n de tal forma el eclipse de la derrota andaluza, que a los tres días había desapareci­do de la atención informativ­a. Chapó.

Nombres Si Feijóo entendió que no necesitaba las siglas del PP para ganar en Galicia y Juanma Moreno entendió lo mismo en Andalucía y ambos ganaron por mayoría absoluta, el PP tiene un problema de imagen, de prestigio y de identidad.

Discurso No hay mejor forma de ser triunfalis­ta que arengar a los seguidores contra el triunfalis­mo. Cs no tuvo esa necesidad.

Díaz Las medidas anticrisis, sobre todo el cheque de 300 euros y las ayudas al transporte público, fueron peleadas por Yolanda Díaz. Si exige un impuesto a las eléctricas, les doy un consejo: pónganse a temblar.

Incendios Los montes arden fácilmente si no están cuidados. Se convierten en tragedia si los gobiernos se niegan a considerar prioritari­a la lucha contra el fuego. Quizá sea el fracaso del Estado de las autonomías.

Oltra La Justicia decidirá si es inocente. Lo más triste de la crisis Oltra es que las-ministras-más-feministas-del-mundo-mundial arroparon mucho a la dimitida. No se les escuchó una palabra, ni una sola, sobre la niña que había sufrido la agresión.

Gallegos Oído la noche electoral en el entorno de Feijóo: “Estos andaluces votaron como gallegos”.

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Radi Ruch Pedro Sánchez

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