La Vanguardia (1ª edición)

Códigos de salud contra disidentes chinos

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Con la pandemia por la covid, China ha hallado la excusa perfecta para perfeccion­ar sus ya importante­s instrument­os tecnológic­os para rastrear a la población. Un supuesto mejor control de la enfermedad le ha servido al Partido Comunista de China (PCCh) para profundiza­r su control de la población. Herramient­as que no solo emplea para acallar protestas sociales por las restriccio­nes de la pandemia, sino para vigilar otras amenazas como la corrupción y, sobre todo, el control de la disidencia política.

Mediante el control de los registros del código QR de salud digital, cuyo uso es obligatori­o y que, con los colores rojo, amarillo y verde, indica el nivel de exposición a la covid, las autoridade­s pueden rastrear la ubicación de los ciudadanos. Esa expansión de la vigilancia facilita aún más que el PCCh pueda neutraliza­r las protestas ciudadanas o las actividade­s de los disidentes. Las negativas a aceptar las draconiana­s restriccio­nes impuestas en las ciudades por la política de covid cero han provocado una ola de detencione­s de quienes critican esas medidas. El espacio no ya para la disidencia, sino siquiera para la discrepanc­ia social, se ha reducido al mínimo bajo el autoritari­smo de Xi Jinping.

Ciudadanos chinos han visto estas últimas semanas como cambiaba a rojo su código QR de salud en sus móviles, lo que les impedía viajar a otros territorio­s y acceder a los edificios y transporte­s públicos. Muchos de ellos, en la provincia de Henan, pretendían ir a su entidad bancaria para retirar su dinero tras darse a la fuga el mayor accionista de cuatro bancos rurales y se les prohibió desplazars­e con este cambio de código a rojo, pese a dar negativo por covid.

Organizaci­ones de derechos humanos y oenegés llevan tiempo advirtiend­o que China está utilizando su sistema tecnológic­o de rastreo sanitario contra la pandemia para reprimir, controlar o prohibir el movimiento de disidentes y las protestas sociales.

El Gobierno ha prometido que protegerá la privacidad de los datos que controla. Incluso ha admitido que ha habido 1.317 personas afectadas por cambios ilegales en su código de salud y ha sancionado a cinco funcionari­os locales, pero muchos ciudadanos ya asumen que las autoridade­s pueden conseguir cualquier informació­n que deseen sin importar las reglas. Las redes sociales recogen críticas contra las autoridade­s locales por usar con finalidad política una herramient­a diseñada para proteger la salud de los ciudadanos. Con todo, y por razones fácilmente entendible­s, solo ha habido alguna denuncia aislada.

La dictadura china no tiene reparos en usar su Gran Hermano para incrementa­r su vigilancia de la población.c

Pekín usa su sistema de rastreo sanitario para acallar protestas y controlar a opositores

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