Un veto a la última esperanza
● La sanidad pública niega la única terapia posible a una enferma de cáncer de mama metastásico ● El tratamiento con Trodelvy está funcionando, pero la paciente debe pagar el medicamento, carísimo ● El fármaco se ha administrado en hospitales públicos de
Laura, de 43 años y madre de una niña que acaba de cumplir 6, sufre cáncer de mama metastásico, el más agresivo. Incurable, aunque la ciencia avanza de forma decidida en el objetivo de convertirlo en una enfermedad crónica. Este tipo representa el 20% de los tumores de pecho y es la causa de la muerte de más de 6.000 mujeres cada año en España. Mujeres jóvenes o de mediana edad, la principal diana de esta lacra.
A Laura le concedieron en marzo entre 12 y 24 meses de vida. Había agotado los tratamientos convencionales desde que el 19 de enero de 2021, con seis meses de retraso respecto a la primera visita por un bulto que los médicos consideraron un inofensivo quiste de líquido: quimioterapia (hasta 31 sesiones, una cifra inusualmente elevada), radioterapia, pastillas hormonales, una tumorectomía (extirpación del tumor y ganglio centinela) y una mastectomía de la mama con extirpación de 18 ganglios. Después de esto, aparecen cinco lesiones en los pulmones. Se confirma la metástasis. El pronóstico es fatal. El tratamiento con eribulina (un inhibidor de la dinámica de los microtúbulos) no surte efecto.
Los oncólogos comunican a Laura que la última esperanza para prolongar su vida es el sacituzumab govitecán, comercializado como Trodelvy, un fármaco innovador aprobado por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) el 21 de noviembre del pasado año, un sello por el que se garantiza su calidad, seguridad y eficacia. Como consecuencia de su validación europea, el producto puede ser comercializado en España. El problema es que todavía no ha sido incluido entre las prestaciones del Sistema Nacional de Salud, a diferencia de países como Francia o Alemania, mientras la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) evalúa su relación coste/beneficio a fin de incorporarlo o no a la cartera de prestaciones.
El fármaco puede emplearse, pero hay que pagarlo, y no es precisamente asequible. Entre el 28 de abril y el 22 de junio, Laura ha recibido seis administraciones en el hospital Quirónsalud a un precio de casi 5.000 euros cada una. Según los informes médicos a los que ha tenido acceso La Vanguardia, el tratamiento funciona. Los tumores están remitiendo. Pero las finanzas no dan para mucho más. ¿La bolsa o la vida?
“Es una situación frustrante, desesperante, una injusticia total y una vulneración del derecho a la vida”, protesta Juanra, el marido de Laura, que se ve inmerso en una paradoja terrible, en una arbitrariedad insoportable. No solo es que otros países europeos estén financiando la terapia, es que en otras comunidades autónomas, también. El hospital Mateu Orfila de Menorca, por ejemplo, confirma que se administró