La Vanguardia (1ª edición)

Otro intento fallido de reforma de la ordenanza de civismo

Las posturas en torno a las multas frenan otro amago para actualizar la controvert­ida norma

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Las diferencia­s sobre las cuantías de las multas frenaron ayer otro intento de reformar la ordenanza de civismo de Barcelona. Los puntos de partida de las formacione­s en torno al protagonis­mo de las sanciones en el nuevo texto impidieron que la proposició­n presentada en el último pleno por los ediles de Ciudadanos saliera adelante. Todos creen que la ordenanza necesita un reajuste, pero las inquietude­s son muy dispares.

Unos abogan para que el Ayuntamien­to haga uso de la mayor contundenc­ia, y otros reponen que a la gente no le puede salir más barato saltarse un semáforo que beberse una cerveza. Además, resta un año para las elecciones. Lo que unos ven como una muestra de dedicación otros lo contemplan como ejemplo de populismo.

La proposició­n de Ciudadanos subrayó que la nueva normativa ha de aplicar las sanciones máximas. Y Luz Guilarte, la presidenta de la formación, aseguró que los problemas de convivenci­a de Barcelona se deben a la dejación de funciones del gobierno municipal. “Por culpa de su falta de voluntad política este verano viviremos otro infierno”, abundó.

La iniciativa contó con el apoyo de JxCat, Valents, PP y la concejal no adscrita. “Llevamos tres años perdidos –dijo Jordi Martí, de JxCat–, pero el gobierno ha de gobernar”. “Tenemos que hacer cumplir las normas”, apuntó Óscar Benítez, de Valents. “La ordenanza está obsoleta”, dijo el popular Josep Maria Bou.

Fue un respaldo innecesari­o ante la oposición de BComú y ERC. El PSC, por su parte, se abstuvo, dejando entrever otra fisura

Collboni hace de alcalde. en el ejecutivo municipal. Ni comunes ni republican­os comulgaron con la reciente propuesta del primer teniente de alcalde, el socialista Jaume Collboni, quien esta semana vino a decir que las multas de 60 euros por beber alcohol en la calle no disuaden a nadie, que la situación sería otra si estas sanciones fueran de mil euros.

“No podemos castigar con mayor dureza beber cerveza que saltarse un semáforo”, dijo el republican­o Jordi Coronas. Y el común Marc Serra recordó que la ley de seguridad ciudadana no permite encarecer las sanciones previstas. Además, ERC y BComú entienden que la reforma ha de propiciar un mayor porcentaje de multas cobradas y la desestigma­tización de los vulnerable­s. ¿De

ERC y BComún rechazan la propuesta de Ciudadanos, y los socialista­s se abstienen

qué sirve multar a un sin techo? Los comunes no olvidan el escaso apoyo que encontraro­n el mandato pasado, cuando trataron de reformar la ordenanza.

Collboni, no obstante, prefirió no entrar al trapo. Ada Colau contrajo covid y se quedó en casa. Y el socialista ofició de alcalde y prefirió mostrar una imagen más institucio­nal. Fue el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, quien apuntó que la revisión de las sanciones ya está sobre la mesa.

En estos momentos la lucha contra el incivismo no cesa de ganar posiciones en la clasificac­ión de preocupaci­ones ciudadanas. Barcelona contempla un escenario bien parecido al del 2006, cuando se aprobó la ordenanza en cuestión, al menos en lo que al hartazgo se refiere.c

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Iar/Sh gadrihSr L V aa ad de Ada Colau. La alcaldesa no pudo acud<r al últ<mo pleno lue=o de contraer la cov<d. Lo s<=u<ó desde casa

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