ENTREVISTA
Judea Pearl (Tel Aviv, 1936) ríe cuando le presentan como el padre de la inteligencia artificial (IA) y rechaza la etiqueta. No obstante, compara el desarrollo de las máquinas con la crianza de los hijos y cree que los ordenadores deberían considerarse como una nueva generación de niños a los que hay que formar y educar con la esperanza de que se ajusten al sistema de valores de sus padres, los humanos.
Y es en esa línea en la que destaca la aportación de este ingeniero y filósofo: ha traducido a lenguaje matemático el razonamiento probabilístico y las relaciones causaefecto para que los robots aprendan a pensar como lo hacen las personas y comprendan la realidad de su entorno en vez de acumular solo datos como ocurre con la IA basada en deep learning.
Sus contribuciones conceptuales y matemáticas le han valido numerosos y destacados galardones, entre ellos el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Tecnologías de la Información y la Comunicación.
¿Puede ponerme un ejemplo práctico, una aplicación de sus desarrollos?
No diría que hemos de tener miedo de la inteligencia artificial pero sí que hemos de observarla, estar vigilantes. Es como criar a los niños: existe la probabilidad de que un hijo nuestro se convierta en un