Protestas contra el fallo por segundo día consecutivo
■ La derogación del derecho al aborto dio lugar a un clamor multitudinario en Estados Unidos. Por segundo día consecutivo, miles de personas se manifestaron ayer en las principales ciudades del país contra la decisión del Supremo de anular la doctrina del caso Roe v. Wade, que desde 1973 consagraba la libre interrupción del embarazo. “Levántate, lucha”, “mi cuerpo, mi elección” o “devuélvenos nuestros derechos” eran algunos de los cánticos y lemas que se escuchaban o leían en la concentración ante el Alto Tribunal,
en Washington. Cientos de personas de todas las edades acudieron a la protesta bajo un sol abrasador, a 30 grados de temperatura a la sombra. Hubo momentos de tensión cuando los activistas coincidieron con un grupo provida. En Phoenix, la policía lanzó gases lacrimógenos contra miles de manifestantes en el Capitolio de Arizona, el viernes por la noche. El Senado fue evacuado brevemente al sótano, informó AP. Algunos participantes en la protesta contra el fallo del Supremo habían causado destrozos. En
Cedar Rapids, Iowa, el conductor de una camioneta atropelló a un grupo de personas concentradas por la misma razón. Los vídeos que circularon en las redes mostraban que el conductor actuó deliberadamente. Una mujer fue trasladada al hospital después de que la camioneta le pasara por encima del pie. Y en Fairfax, Virginia, cerca de Washington D.C., unos 20 manifestantes se reunieron ante la comunidad residencial donde vive el juez Clarence Thomas, miembro de la mayoría conservadora que aprobó la sentencia contra el derecho al aborto. En un voto concurrente, Thomas propuso revisar las sentencias de la doctrina que legalizaron el matrimonio homosexual y protegen los métodos de contracepción. Los concentrados pidieron al Congreso y al comité sobre el asalto al Capitolio que investiguen a la esposa de Thomas, Ginni Thomas, por los mensajes a un asesor de Trump y a legisladores de Arizona para que combatieran el supuesto, y falso, “fraude electoral” en las presidenciales del 2020. “¡Encerradla!”, gritaban.