La Vanguardia (1ª edición)

‘Vanguardia Dossier’ analiza las claves del rearme nuclear

¿Cuál es la amenaza real de una guerra de dimensione­s nucleares?

- BLA A L Barc lona V A A

El repliegue internacio­nal de EE.UU. está amenazado por China, el príncipe que le disputa el trono; una Rusia deseosa de reconquist­ar lo que tuvo antaño y una UE tocada por la guerra y debilitada por las diferencia­s entre los estados miembros. Cada uno de estos agentes juega un papel fundamenta­l en el tablero de ajedrez de esta era nuclear.

“Si el número total de armas nucleares ha disminuido desde unas 14.540 hace cinco años hasta unas 12.705 en la actualidad, ¿acaso no estamos casi 2.000 bombas más seguros?”.

Con esta pregunta inicia el investigad­or Matt Korda su periplo por los entresijos del rearme nuclear en el último número de Vanguardia Dossier. El panorama no es demasiado esperanzad­or: “Los países con armamento nuclear no se muestran muy interesado­s en adoptar medidas que ofrezcan transparen­cia y previsibil­idad en un mundo por otra parte imprevisib­le”.

La guerra entre Rusia y Ucrania, con todos sus intermedia­rios, ha reducido el Tratado de No Proliferac­ión a la nada, dando forma a “un nuevo paradigma de seguridad marcado por la dependenci­a de armas nucleares” (Dan Smith). El control de armas se ha convertido, en este escenario, en un vasto terreno vedado por el que solo se puede pasar de puntillas.

Un terreno que, aunque complejo y reservado a aquellos que manejan los hilos, pone preguntas sobre la mesa: ¿A quién favorece la paz nuclear? ¿Es justo negar la paz a quien carece de arma atómica? ¿La carrera armamentís­tica es un pozo sin fondo? ¿Cuál es la amenaza real de una guerra de dimensione­s nucleares? ¿Y cómo se implementa la digitaliza­ción y la inteligenc­ia artificial en la nueva "! !# ! guerra fría? Vanguardia Dossier ahonda en estas cuestiones.

La doctrina nuclear aleja así el foco de otras problemáti­cas que acucian en nuestro tiempo, como el cambio climático, las pandemias o la violencia sistemátic­a en algunos estados.

El desarme, que en algún momento fue un imperativo humanitari­o y medioambie­ntal, es ahora un sueño del pasado, relegado a declaracio­nes obligadas y vacías de responsabl­es políticos. Mientras, las potencias tratan de afianzar el control sobre sus contrincan­tes.

Y no solo las potencias –explica Lydia Wachs–, también otros actores con arsenales nucleares más pequeños, como Reino Unido, Francia, India, Pakistán e Israel, se han sumado a la modernizac­ión

El desarme, que llegó a ser un imperativo humanitari­o y medioambie­ntal, es ahora un sueño

La invasión de Ucrania ha reducido el Tratado de No Proliferac­ión a la nada

de su armamento nuclear.

A su vez, Corea del Norte aumenta su poder disuasorio: “Ya no es un país proliferad­or sino poseedor de armas nucleares”, incide Ankit Panda. También Australia vira de rumbo, con un acuerdo que se aleja de las políticas habituales de un país muy activo contra la proliferac­ión.

Ante este progresivo rearme militar que parece abocarnos al abismo, aparece algún rayo de luz. La esperanza, según Toby Dalton, es que la energía nuclear alimente la transición de los combustibl­es fósiles hacia el uso de las renovables en la lucha contra la crisis climática.c

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Como recuerda Álex Rodríguez, director de ‘Vanguardia Dossier’, más de 30 países han flirteado con el arma nuclear, 17 han lanzado programas para disponer de ella y nueve tienen un arsenal

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