España, en una hora severa
● Sánchez intenta recuperar la iniciativa con medidas de impacto contra la inflación ● Las imágenes de los migrantes muertos en Nador causan consternación ● Cumbre de la OTAN en Madrid: España será el centro de un mundo en alta tensión
Si hubiese comparecido hace quince días para anunciar el segundo y más ambicioso paquete de medidas contra la inflación, ¿cuál habría sido el resultado de las elecciones andaluzas?
La historia, la grande y la pequeña, nunca tiene vuelta atrás. Si algún politólogo fuese capaz de responder a esa pregunta o existiese algún programa de inteligencia artificial capaz de recalcular todas las variables que el pasado domingo movieron el voto de 3,7 millones de andaluces, tendríamos la clave del momento político en España. No la vamos a tener.
Opción A. Si el resultado electoral hubiese sido el mismo, ello significaría que el Gobierno PSOE-Unidas Podemos está condenado a perder las próximas elecciones generales, haga lo que haga, a menos que la guerra de Ucrania termine muy rápidamente, el mundo se convierta en un remanso de paz y se produzca un vigoroso repunte de la economía coincidiendo con el final de la legislatura, en invierno del 2023.
Si el resultado andaluz hubiese sido el mismo tras la aprobación de un impuesto especial a las compañías eléctricas, la reducción de los abonos mensuales del transporte público, el aumento en un 15% de las pensiones de jubilación e invalidez no contributivas y la entrega de un cheque de 200 euros mensuales a las familias con rentas inferiores a los 14.000 euros, significaría que la guerra convierte en irreversible la erosión del Gobierno de Sánchez después de dos años largos de epidemia. Quienes lanzaron la consigna “¡Gobierno ilegítimo!” habrían triunfado. La España más conservadora habría conseguido una victoria de dimensiones históricas, al noquear después de tres asaltos al primer gobierno de las izquierdas desde los tiempos de la Segunda República. Si el programa de inteligencia artificial para la revisión de hechos políticos recientes dictaminase que nada habría cambiado en Andalucía, ello querría decir que el PSOE ya no es capaz de conectar con amplias mayorías sociales y que Unidas Podemos no está muy lejos del colapso y la escisión, conforme a la inveterada tradición de la izquierda de la izquierda.
Opción B. La aprobación de medidas más vigorosas para hacer frente a la inflación, el desafío que supone la implantación de un impuesto especial a las poderosas compañías eléctricas y la adopción de un lenguaje político más contundente, habrían podido vigorizar la participación en las elecciones andaluzas, con un mejor resultado para las izquierdas. “Somos el Gobierno que protege a las clases medias trabajadoras, un Gobierno incómodo para los poderes económicos y sus terminales políticas y mediáticas”. Palabras del presidente, ayer en la conferencia de prensa en Moncloa mientras os ganadores
Volver al tajo presentaba un paquete de 9.000 millones de euros para intentar frenar la inflación. No dijo eso antes de las elecciones en Andalucía. Tampoco lo dijo la vicepresidenta Yolanda Díaz.
La pregunta inicial no tiene respuesta, pero nadie podrá acusar esta vez a Sánchez y sus aliados de electoralismo. El segundo paquete de medidas se ha aprobado una semana después de los comicios andaluces. El Partido Popular incluso puede colgarse una medalla: la reducción del IVA de la electricidad figuraba entre las propuestas que Alberto Núñez Feijóo envió a la presidencia del Gobierno hace unas semanas en un gesto que rompía con el anterior estilo de oposición de Pablo Casado.
Evidentemente, el impuesto especial a las eléctricas no figura en el listado de propuestas de la derecha española.
Sánchez no cometió pecado de electoralismo en Andalucía porque veía venir el desastre y no quería quemar en la fogata del 19 de junio las medidas con las que hora intenta retomar la iniciativa. Habrá en julio dos sesiones de voltaje en el Congreso: la validación del paquete aprobado ayer por el Consejo de Ministros y el recuperado debate
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