Unidas Podemos traga saliva ante el drama de Nador y la asamblea general de la OTAN en Madrid
sobre el estado de la nación, que tendrá lugar durante la primera quincena de julio.
El marco ya ha sido dibujado: “El Gobierno que protege a la clase media trabajadora no gusta al poder económico y a sus terminales políticas y mediáticas”, dice ahora el presidente del Gobierno. Un lenguaje que recuerda al Sánchez del 2016, después de ser defenestrado por los suyos. El Sánchez resistente. Efectivamente, ese marco corría el riesgo de morir abrasado en Andalucía.
En la campaña andaluza, el tope al precio del gas para la fabricación de electricidad, la famosa excepción ibérica, laboriosamente negociada con la Comisión Europa, no tuvo efecto electoral alguno. Demasiado complicado de explicar y con efectos retardados. El primer día, miércoles 15 de junio, el ahorro solo fue de 13 euros, debido a una concatenación de circunstancias adversas. Ola de calor, consumo acelerado y amenaza rusa de cortes de gas en Europa dispararon los precios del gas en los mercados internacionales. Un guionista adverso al Gobierno no lo podía haber calculado mejor. Ayer, en circunstancias más normales, el precio de la electricidad en la península Ibérica era de 66 euros MWh frente a los 290 de Italia y los 269 de Francia y Alemania.
Cada día se juega a los dados en el campo de batalla europeo. La presión de Gazprom sobre Alemania ayudó a Juan Manuel Moreno a fraguar la mayoría absoluta. Maquiavelo ya lo dejó escrito: Virtud y Fortuna marcan el camino de la Política.
Sánchez está intentando retomar la iniciativa después del varapalo andaluz. Desafía verbalmente a los “poderes fuertes”, espera que la cumbre de la OTAN en Madrid sea un éxito y va a acelerar todavía más a partir de septiembre.
Pero los dados son fatídicos. Treinta y un emigrantes africanos, originarios de Sudán en su mayoría, han muerto al enfrentarse duramente con la policía marroquí cuando intentaban asaltar la valla de Melilla. Las imágenes son terribles. Sánchez no puede reprochar nada a Marruecos si quiere mantener el trato.
La historia se está descarnando. En tiempos malos, las fronteras se defienden con dureza y la dureza encargada a terceros puede ser inhumana. Estallan todas las fronteras de Europa llevándose por delante los discursos moralizantes. ¿Resistirá el Gobierno de coalición tal baño de realidad?c
El Gobierno trabaja con un guion: no perder la iniciativa ante un PP crecido y bien compactado