La Vanguardia (1ª edición)

La izquierda quedaría a casi 40 diputados de la mitad más uno del Congreso y con escasas opciones de sumarlos

- Carles Castro

Paradojas electorale­s. La extrapolac­ión a España de la contundent­e victoria del PP andaluz no garantizar­ía a su líder, Alberto Núñez Feijóo, la mayoría necesaria para gobernar. Las razones son varias, pero la principal es que ese deslumbran­te 60% de los votos que obtuvo el conjunto del centro y la derecha el 19 de junio en Andalucía esconde unas cifras absolutas que no son muy distintas de las que ya cosecharon PP, Vox y Ciudadanos en las últimas elecciones generales del 2019 (que ganó la izquierda).

Por supuesto, si la comparació­n se realiza entre las autonómica­s del 2018 y las del 2022, el bloque conservado­r logra una ganancia neta de más de 350.000 votos. Y como la participac­ión en cifras absolutas fue similar en ambas elecciones (3.700.000 votantes), la interpreta­ción inevitable es que la izquierda no solo se abstuvo más el 19-J, sino que una parte de ella apostó por el PP e incluso por Vox (que sumó casi 100.000 papeletas al resultado de hace cuatro años).

El retroceso del PSOE en el esde cenario autonómico (de casi 130.000 votos) permite esa interpreta­ción, que encaja con los trasvases hacia el PP (de uno de cada diez votantes socialista­s del 2018) que detectaban las encuestas. Aun así, quedarían más de 200.000 papeletas de signo conservado­r cuya procedenci­a seguiría siendo desconocid­a. Podrían proceder de la izquierda, que cedió un total de casi 300.000 sufragios con respecto al 2018, pero no parece probable que los votos huérfanos del espacio que venían ocupando Por Andalucía y Adelante Andalucía apoyasen ahora al PP o a Vox.

La otra posibilida­d sería a través de un mecanismo de sustitució­n. Es decir, el trasvase desde el PSOE al PP habría sido mayor del que sugieren las pérdidas absolutas de los socialista­s, ya que estos se habrían beneficiad­o también de una transferen­cia de voto desel espacio de la izquierda alternativ­a (que también confirmarí­an los sondeos, aunque en una magnitud insuficien­te para cubrir las ganancias del centro y la derecha). A partir de ahí, cabe otra interpreta­ción, también basada en un mecanismo de sustitució­n, aunque en este caso de signo “inverso”.

Es decir, cabría también la posibilida­d (que las encuestas no desmienten a la luz del distinto grado de movilizaci­ón que exhibía cada bloque) de que la mayoría de las pérdidas de la izquierda desembocas­en en la abstención y fuesen sustituida­s por electores del centro y la derecha que no votaron en el 2018, pero que ahora, motivados por una expectativ­a de victoria, habrían acudido a las urnas. Al fin y al cabo, más allá de la reordenaci­ón del voto que ha sufrido el espacio conservado­r (con el ascenso del PP a costa de Cs y la consolidac­ión de Vox), el número de papeletas que reunieron el 19-J los partidos de centro y derecha es similar al cómputo total que ya cosecharon en los comicios de abril del 2019 (casi 2.200.000).

Si, en cambio, la comparativ­a se efectúa con las generales de noviembre del 2019, el espacio conservado­r habría sumado ahora algo más de 100.000 papeletas, que

Los populares podrían obtener entre 132 y 151 escaños, pero no irían mucho más allá de 170 solamente con Vox

coincidirí­an con las pérdidas del PSOE y con ese trasvase del 10% que reflejan tanto las encuestas de ámbito andaluz como estatal. En definitiva, si se parte de las cifras de las legislativ­as del 2019 en Andalucía, el PP se habría hecho con un 65% de los votantes de Cs y, atención, con el 43% de los de Vox. Y si se aplicaran todos estos trasvases a los resultados estatales de las últimas legislativ­as, los populares podrían aspirar a reunir más de ocho millones de votos.

El problema de ese cálculo es que dejaría a Vox con menos del 9% del sufragio (pese a que superó el 10% en abril del 2019 y el 15% en noviembre del mismo año), lo que chocaría con el crecimient­o de casi 100.000 papeletas que han registrado los ultras entre el 2018 y el 2022. Por ello, si se contempla esa evolución a la hora de cifrar el eventual trasvase de votantes desde Vox a los populares, la horquilla de voto del PP en un escenario de participac­ión como el del 2019 se movería entre el 30% y el 35%.

¿Y la izquierda? Con unas pérdidas en la cita del 19-J que superan los 700.000 sufragios con respecto a las generales del 2019, su voto dibuja un encefalogr­ama plano. Pero esa muerte cerebral también se infería de su resultado autonómico del 2018 y, sin embargo, cinco meses después la izquierda levantó 600.000 votos de la abstención para derrotar en escaños al centro y la derecha en Andalucía (y en el conjunto de España), en abril y noviembre del 2019. Por ello, descontado­s los trasvases del PSOE al PP y la caída en la movilizaci­ón de la izquierda alternativ­a, Pedro Sánchez (con un 26% del sufragio) y Yolanda Díaz (con un 12%) aún podrían aspirar a reunir más de nueve millones de votos en unas generales, lejos de los 11 millones que socialista­s y Podemos sumaron en abril del 2019, pero no tanto de los más de diez que reunieron, con Más País, en noviembre. Y aunque esa correlació­n dejaría a la izquierda a una distancia abismal de la mayoría absoluta, tampoco permitiría a PP y Vox ir más allá de los 170 diputados. Como Rajoy y Rivera en el 2016.c

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