La Vanguardia (1ª edición)

El valor de una víscera

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Jair Bolsonaro, el populista que está al frente del Brasil, ha conseguido que Portugal le preste el corazón en formol del emperador Pedro I, que se encuentra en un mausoleo de granito de la iglesia de la Lapa, en Oporto. Este personaje se considera el artífice de la independen­cia brasileña, pero también un instrument­o de las élites para mantener el esclavismo. A Bolsonaro le interesa poner en valor su considerac­ión de militar que representó el orden y la disciplina, y los malpensado­s creen que con su recuerdo pretende justificar un golpe militar, coincidien­do con las elecciones de octubre, justo después del bicentenar­io de la independen­cia.

Es curiosa esta fascinació­n por guardar corazones de personajes históricos en determinad­os países. En Austria disponen de la Herzgruft, literalmen­te cripta de los corazones,

Bolsonaro consigue que Portugal le preste el corazón en formol del emperador Pedro I

que es una cámara que contiene todas estas vísceras de la dinastía de los Habsburgo desde 1654. La colección de 54 órganos la inició el corazón del rey Fernando IV y puede visitarse en el palacio de Hofburg, en Viena.

También, la Generalita­t de Catalunya decidió conservar el corazón del presidente Francesc Macià a su muerte, el día de Navidad de 1933. Fue Josep Tarradella­s quien se lo llevó con él al exilio. Joan Esculies, en su libro Tarradella­s, una cierta idea de Catalunya, explica que en el verano de 1965, estando de visita Josep Bricall en el Clos de Mosny, donde vivía el president, le llamaron de la Société Géneral de Tours porque su caja fuerte perdía un líquido que penetraba en las contiguas. La urna de plomo que guardaba el corazón de Macià se había agujereado y tuvo que llevársela a casa, y esconderla para que su esposa, Antònia, no se angustiara con la reliquia. Extraerle el corazón fue una ocurrencia del conseller de Cultura, Ventura Gassol, que se inspiró en la tradición de los Habsburgo y tenía intención de exponerlo en la iglesia de la Ciutadella. A su regreso, Tarradella­s la depositó en el panteón donde está enterrado Macià.

A lo mejor esta historia inspiró a David DeMaría su canción He guardado el corazón, en que dice: “Y he guardado el corazón para mantenerlo vivo / en la nevera. / Y oigo voces en el silencio de la noche / por la escalera”. Menudo canguelo.c

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