Todas las mentiras de Fernández Díaz no tendrán consecuencias para él
aconsejado su abogado: negar la mayor. Le añade un toque chusquero muy marca del país que al entonces ministro se le oiga decir: “Esta conversación no ha existido, ¿está claro? El ministro (él mismo) no sabe nada del tema”.
Me atrevería a decir que todas estas mentiras, más allá de llevar al confesionario a Fernández Díaz, no tendrán consecuencias para el exministro. La anulación de conversaciones grabadas y el argumento de que son falsas y manipuladas le acostumbra a salir bastante bien al Partido Popular. En el pleistoceno de la corrupción, se imputó y pasaron por los juzgados los dos primeros tesoreros de los populares: Rosendo Naseiro y su predecesor, Ángel Sanchís. Todos los demás han acabado también ahí, un auténtico récord de pésima gestión de personal por parte del partido. En aquel caso, unas escuchas por un caso de narcotráfico destaparon la presunta financiación irregular del PP. A pesar de la evidencia del delito, grabado por la policía, el Tribunal Supremo acabó anulando la causa y las condenas al considerar que las cintas habían vulnerado el secreto de las comunicaciones de los acusados. Impecable jurídicamente, lamentable en términos de ejemplo político. Era 1992: la ejemplaridad, desde entonces, se ha mudado a un vertedero.c