La Vanguardia (1ª edición)

La subida de los precios en el 2008 provocaron revolucion­es, inestabili­dad y golpes de Estado en 60 países

- Cele te López

Esta semana, todas las miradas confluirán en Madrid. La cumbre de la OTAN (martes y miércoles) centrará los informativ­os, con la guerra de Ucrania como eje central. La agenda versará sobre seguridad y cómo minimizar los daños que la invasión de Rusia está provocando en el resto del mundo. Pero en una de esas carpetas sobre asuntos a tratar habrá una, pequeña y que suscitará escasa atención, relativa a África, la víctima más vulnerable de esta guerra. El motivo no es otro que el temor, en absoluto infundado tras lo ocurrido en la anterior crisis del 2008, de que la hambruna que asola la mayor parte del continente encienda la chispa de las revueltas sociales. Los líderes de la OTAN no quieren más primaveras árabes.

El hambre persigue a una buena parte de África desde siempre, pero en esta ocasión la situación se ha agravado hasta ocasionar lo que las oenegés Acción contra el Hambre, Save the Children, Unicef y Oxfam Intermon denominan “una crisis alimentari­a sin precedente­s”. ¿La causa? No hay una, son tres: la guerra de Ucrania, que ha desabastec­ido de cereales el continente, el cambio climático (cuatro años de sequía han acabado con la agricultur­a) y la covid (el flujo de ayuda humanitari­a es mínimo).

Esta crisis humanitari­a, que amenaza con matar de hambre (literal) a 49 millones de personas en los próximos meses (algo más que la población española) y, de manera inmediata, a 14 millones de niños de menos de 5 años este mismo verano, ha ocupado espacio en el Consejo de Estado celebrado este viernes. También se espera que esté presente en la reunión del G-7 en Berlín, que se celebra hasta el 28 de junio y en la cumbre de la OTAN.

Las cuatro oenegés citadas ya suplican (no hay otra palabra) por una acción liderada por los gobiernos de los países de altos ingresos, las agencias multilater­ales y las institucio­nes financiera­s. “Lo que enfrentamo­s es hambre a una escala de proporcion­es desconocid­as. Millones de niños y niñas pueden perder la vida este mismo verano a causa de la desnutrici­ón y la falta de alimentos. Estas muertes no son inevitable­s, no son necesarias. Es imprescind­ible que la comunidad internacio­nal se movilice para eliminar el bloqueo de cereal que hay en este momento en Ucrania y que es de unos 25 millones de toneladas”, señala el director ejecutivo de Save the Children, Andrés Conde. No hay que olvidar que 14 países de renta baja o media-baja, con altos niveles ya de hambre y deuda, importan más del oportunida­des para beneficiar­se de esta catástrofe, no es otra cosa que un gran fracaso político”, señala el director general de Oxfam Intermón, Franc Cortada.

Pero, cuidado, advierten los responsabl­es de las cuatro organizaci­ones. La subida y la volatilida­d de los precios en el 2008 provocaron revueltas sociales, golpes de Estado e inestabili­dad política en 60 países. En este momento hay tres zonas del mundo donde todos los indicadore­s están disparados: Oriente Medio, África, e incluso Latinoamér­ica. “En ellos el precio de la comida está mucho más allá de lo que la gente puede aguantar. ¡Cuidado!” , advierte el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longué.c

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