Entretenido divertimento
La superestrella canadiense firma una obra que a apesar de la expectación deja un incompleto sabor de boca. Comienza la situación con una destacable sorpresa y es que el house cuenta con una presencia destacada: de hecho es una obra que transpira esa rítmica hasta sus dos últimos cortes. Y es remarcable porque se trata de una estilística en la que los raperos de las grandes ligas no suelen moverse, a pesar de algunas excepciones como el mixtape More life firmada por el propio Drake en el 2017, donde destacaba la gloriosa Passionfruit. Y también se puede citar la versión en esa clave que hizo Kanye West del clásico noventero Deep inside on fade.
Para esta aventura Drake ha contado en la producción artística de la misma con sus habituales Black Coffee, Gordo, Alex Lustig (que se desdobla con eventual teclista) y Beau Nox (que también hace lo mismo con la guitarra y su voz). Es decir, ha prescindido de productores fogueados en el género, pese a lo cual hay algunas composiciones que realmente son sobresalientes como Falling back o A keeper. A ello ayuda el hecho de que el modo de encarar la materia prima musical que tiene Drake encaja con el house como estilo, así como que existe una larga tradición en el house de voces extemporáneas que cuadran con la del canadiense. Aun así la sensación final es que el cantante se ha acercado al house como un entretenimiento más que como un potencial cambio de rumbo.