La Vanguardia (1ª edición)

Hartos de leernos

- Núria Escur

Nuestros mayores temores son nuestras mayores fortalezas. En un rotativo, el miedo a que los lectores nos abandonen pone en marcha un curioso mecanismo de esfuerzos encadenado­s. Equipos humanos –con el amigo algoritmo al lado– se rompen los cuernos diariament­e para que ustedes nos sigan de buena gana. Y les aseguro que, en ese intento, hay voces nobles y trabajo concienzud­o.

Pero los jóvenes no nos leen. Si ustedes tienen hijos menores de 30 años, saben de qué les hablo. Se enteran de lo que ocurre, más o menos y con cierta desgana, por Twitter u otras vías que les parecen más alegres y menos cenizas que esos artículos sesudos, a priori elaborados en profundida­d.

A veces no les falta razón, falta luz. Un estudio del Institut Reuters ha revelado que el 40% de los encuestado­s prefiere “ignorar los medios de comunicaci­ón, en especial las informacio­nes deprimente­s y duras”. Los jóvenes son los que sienten más aversión por las noticias. ¿Quieren saber lo que menos les interesa?: “Las crisis políticas, los conflictos internacio­nales y las pandemias”.

Usan las redes, nos ven desfasados.

Estamos tan hartos de leernos entre nosotros, endogámica­mente, que créanme, entendemos perfectame­nte su hastío ante las noticias que languidece­n durante quince días sin aportar nada. Nos repetimos, nos repetimos.

Acaba de morir José Luis Balbín, cuyo discurso lento, ideas envueltas en el humo de una pipa, mi generación devoraba en La clave; las sillas dispuestas alrededor, en un rosario de voces de probada solvencia. Es que entonces se intercambi­aban ideas, claro, incluso existía una cosa que se llamaba debate.

A Vicente Romero, que nos robó el alma a la profesión con su saber hacer en Informe semanal le veo ahora, con sus ojeras sabias, en un programa de Iker Jiménez. Y la pasada semana me crucé en el centro de Barcelona con Rosa María Calaf y Núria Ribó, de cháchara, vestidas con colores verbeneros, gafas modernas, joyas rompedoras, mirada brillante, pelo rojo o rosa. A punto estuve de hacerles una reverencia. A pesar de todo, como en la canción, valió la pena. Léannos, léanse.c

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