La Vanguardia (1ª edición)

Bailar un ‘Lago’ para sortear la guerra

Los varones del Ballet de Kyiv han de pedir permiso para ir de gira al extranjero, aun en favor de la Cruz Roja y Unicef

- Maricel Chavarría

Víktor Ishchuk, solista del Teatro de la Ópera de Kyiv y fundador del Ballet Clásico de Kyiv, donde coreografí­a e interpreta los papeles principale­s, ha decidido salir de su país en guerra para girar con un Lago de los cisnes, un ballet que siempre vende. La idea es destinar parte del dinero a organizaci­ones que se ocupan de los refugiados, como la Cruz Roja de Catalunya (cuando recale en el Tívoli de Barcelona del 6 al 17 de julio) o Unicef Ucrania, que vela por los propios bailarines ucranianos que se encuentran sin trabajo.

Pero, al igual que el resto de bailarines varones de la troupe, va a tener que pedir permiso para abandonar el país, por mucho que se trate de una gira a beneficio de los damnificad­os por la invasión rusa.

Nacido en 1983, el año antes de la pandemia conoció a la bailarina argentina Ana Sophia Scheller, con la que ahora forma tándem. En el 2019, esta exsolista del New York City Ballet y el San Francisco Ballet entró con contrato en la Ópera de Kyiv y sintonizó artísticam­ente con Ishchuk, hasta el punto de ser pareja de baile.

Pero la invasión rusa la pilló a ella trabajando en Palermo. Ya no regresó. En la capital ucraniana dejaba a sus excolegas de compañía y a su perrita... “A ver cómo hago para traérmela”, dice a través del teléfono esta artista a la que el público español ha tenido ocasión de ver estos dos últimos dos años como invitada de la Compañía Nacional de Danza.

La lucha contra los estragos de la guerra va a reunir a Ana Sophia y Víktor después de meses. Formado sobre todo por solistas de la Ópera de la capital ucraniana, el Ballet de Kyiv, con sede en el Centro Internacio­nal de Cultura y Artes de Kyiv, recorría en condicione­s normales los escenarios de medio mundo, desde Suiza, Alemania, Francia, Polonia o Croacia hasta ciudades de China y México. No solo con clásicos como El cascanuece­s, La bella durmiente, Don Quixote, Giselle... también con creaciones propias, como Eyes wide shut.

En este Lago con el que llegan a Barcelona y que les llevará a Madrid, Bilbao, Sevilla, A Coruña o Lisboa se podrá apreciar si la guerra ha hecho mella en la compañía o conserva la sobriedad de su baile, la perfección de sus líneas y el virtuosism­o de sus solistas. Scheller, que es la actual directora artística y actuará en algunas funciones como primera bailarina, asegura que una de las cosas que más le gustaron de la Ópera de Ucrania fueron las clases diarias.

“Yo justo había dejado el San Francisco Ballet en el momento en que me ofrecían contrato, porque tenía ganas de ser libre de hacer distintas cosas fuera de una compañía”, explica Scheller desde Italia, donde ahora mismo está actuando en la producción de Aida de la Arena di Verona, donde en el mes de julio también

“Fue en la Ópera de Kyiv que me sumergí en el personaje que estaba bailando”, dice Ana Sophia Scheller

bailará en La Traviata.

“Como bailarín ya llevas el perfeccion­ismo, pero los detalles son muy importante­s para mí. Y estando en el New York City y en San Francisco, trabajé la técnica limpia, aunque focalizar la atención en eso a veces te quita la libertad del personaje. La verdad, fue en Ucrania que empecé a sentir que estaba interpreta­ndo un papel. Me sumergí realmente en el personaje que estaba bailando. Eso es algo que llega con años de carrera, cuando el lado artístico se eleva y emerge. Pero ahí tuve una maestra, con la que nos entendíamo­s en francés, que me explicaba los roles y me ayudaba a trabajar el personaje. Algo inolvidabl­e”.c

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LV. El Tívoli acoge del 6 al 17 de julio a la compañía que forman básicament­e intérprete­s de la Ópera de Kyiv

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