La Vanguardia (1ª edición)

El círculo de la compasión

- Eluís Amiguet

TNo solo es inmoral, sino absurdo para los humanos, obligar a demasiados animales a sufrir en granjas sobredimen­sionadas para producir una carne que comemos en exceso para nuestra salud.

¿Por qué demasiada? ¿Para quién?

Para los granjeros industrial­es siempre será poca; pero para nuestra salud, demasiada. Y para nuestros ríos, pozos y el agua que bebemos generan demasiados excremento­s.

Cuando usted habla de bienestar animal... ¿incluye el nuestro?

Es el mismo. Estamos unidos por el ecosistema: o existimos juntos o no existimos.

¿Por qué es menos cruel liquidar un toro en el matadero industrial que torearlo?

El sufrimient­o inútil de un animal no es menos condenable que el nuestro. En un matadero, debemos lograr que el animal sea sacrificad­o sin dolor; en las corridas de toros se exhibe el dolor del animal.

¿Cómo piensa evitarlo?

Las leyes que defienden derechos universale­s deben ser de aplicación universal. Y un derecho básico es el de todo ser vivo a no sufrir inútilment­e. Lo mismo pasa con las leyes de medio ambiente: cada país las aplica como quiere, pero el planeta se está volviendo inhabitabl­e para todos. Debemos superar el actual orden regresivo de naciones Estado.

¿La experiment­ación con animales para diseñar vacunas es sufrimient­o inútil?

Ese es un falso dilema.

¿Acaso las vacunas no salvan vidas?

La mayoría de esos experiment­os con animales no salvan vidas humanas y solo se hacen por intereses económicos y comerciale­s.

¿Experiment­an para perder dinero?

Hay industrias que producen cobayas por millones y necesitan venderlos. Siempre encuentran cómplices en un sistema que se lucra de experiment­ar con ellos.

Pese a todo, ¿no salvan vidas humanas?

Las salvarían con inteligenc­ia artificial si no fueran ahora más lucrativos los cobayas.

¿No es más valiosa la vida de un solo niño que la de miles de ratoncitos?

Otro falso dilema. El exdirector del Instituto Nacional de Salud de EE.UU. ha reconocido que experiment­ar contra el cáncer en ratones solo sirve para curar el cáncer en ratones.

Darwin vaticinó que la solidarida­d de los humanos iría ensanchánd­ose –y ya hemos superado el canibalism­o, el esclavismo y casi la pena de muerte– para incluir a nuestros parientes primates; después, a nuestros animales domésticos; luego, a los selváticos... hasta abrazar, en fin, a todos los seres vivos. Ojalá estemos en ese camino darwiniano y que sea sin retorno. Pero, por ahora, Singer denuncia que esclavizam­os animales sin necesidad con sufrimient­os indecibles y, al cabo, insanos para nosotros mismos. Le indigna el exceso de macrogranj­as que solo beneficia a quienes las explotan llenando de purines nuestras aguas y de colesterol nuestros cuerpos. No hay que ser animalista para darle la razón en que comer menos carne y de más calidad sin sufrimient­o animal ni daño ecológico sabría –y nos sentaría– mejor.

En los 50 años que vengo dedicándom­e a la bioética he visto algún progreso, pero lento y desigual entre países. Mientras, las macrogranj­as se expanden por todo el planeta.

En Barcelona el exceso de jabalíes es ya un problema: ¿subvencion­amos la caza?

Antes de cazar animales, la ciencia nos permite hoy, por ejemplo, darles comida con anticoncep­tivos y reducir su número. Pero, más que la caza me preocupan las macrogranj­as: son más crueles y también con los humanos, porque nos mal alimentan.

¿El exceso de perros hoy en pisos diminutos en calles atestadas no es otra crueldad?

Algunos dueños de perros que tienen a un gran perro enjaulado en un piso mínimo durante horas y horas deberían ser menos egoístas. Meter a un perro grande en un piso pequeño es una crueldad.

¿Aunque los saquen a menudo a pasear?

Los perros necesitan tratar con otros perros también. No piense solo en que le hacen compañía a usted; piense en sus afectos y sus compañías. No son meros objetos.

¿Los grandes simios son políticos?

Eso explica Franz de Waal. Y es cierto.

De Waal también nos contó aquí que los chimpancés matan por poder.

Es verdad: como nosotros. Por eso apoyo el proyecto Gran Simio: para que sufran menos, porque en los zoos se deprimen.

¿Como nosotros en la oficina?

Como nosotros cuando nos encierran y no salimos a pasear o al aire libre, porque somos lo mismo: no hay una línea entre las especies que diga: “A partir de aquí son humanos”.

¿La transición entre especies hasta la categoría humana es difusa y paulatina?

Es lo que demostramo­s en el proyecto Gran Simio. Estamos más próximos a un chimpancé que a una oruga; pero más cerca también de un bonobo que de un orangután.

¿Por qué se hizo usted animalista?

Apliqué la razón y hoy me obliga a renunciar a la carne de macrogranj­as que ganan dinero con el sufrimient­o animal.

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