La Vanguardia (1ª edición)

La ley para incumplir el Brexit supera el primer obstáculo pese a las duras críticas

- Londres. Correspons­a

Para Boris Johnson, como para los soldados en una guerra, se trata de sobrevivir día a día y arrancar una hoja más al calendario que marca lo que falta para las próximos elecciones, con la esperanza de que un acontecimi­ento cualun quiera cambie las cosas y le permita seguir al frente de su partido.

Pero es una batalla cuesta arriba. Ayer, mientras se encontraba en Alemania para la cumbre del G-7, superó el obstáculo del primer debate y votación de la ley con la que pretende poder modificar unilateral­mente los aspectos de los acuerdos del Brexit (y en particular el protocolo de Irlanda del Norte) que no le gustan, pero solo después de durísimas críticas a lo que es interpreta­do por muchos –en la oposición y entre los propios tories– como la violación de un tratado internacio­nal. La ex primera ministra Theresa May fue muy severa en su intervenci­ón y dijo que el proyecto legislativ­o “es ilegal y un duro golpe a la reputación del Reino Unido como país que cumple su palabra”.

La ley que ayer superó su primera lectura (puede tardar meses en aprobarse, dependiend­o de si los Lores consiguen bloquearla) eliminaría en gran medida los controles aduaneros entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte previstos en el Brexit. El Gobierno lo justifica por la necesidad de preservar la integridad territoria­l del Reino Unido y aliviar los problemas de suministro­s en el Ulster, pero el principal motivo es persuadir a sus aliados protestant­es del Partido Democrátic­o Unionista (DUP) de que permitan la formación de un ejecutivo en la provincia liderado por los republican­os del Sinn Féin, que ganó las últimas elecciones.

Johnson, a todo esto, sigue apagando fuegos políticos. Se rumorea en Westminste­r que un par o tres de diputados conservado­res se encuentran en negociacio­nes con el Labour para cambiar de bando y precipitar así su caída, mientras que muchos más siguen conspirand­o y buscando la manera de forzar una nueva moción de censura, aunque en teoría no podría presentars­e otra hasta dentro de un año.c

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