La Vanguardia (1ª edición)

Profundame­nte preocupant­e y olé

- Sergi Pàmies

En la manifestac­ión provida de Madrid, Santiago Abascal, acusa al Gobierno de abrazar “la cultura de la muerte”. Los manifestan­tes incorporan un ritual pintoresco: corean vivas a la vida y responden con olés. Criminaliz­ada por los antitaurin­os, la expresión olé debería sobrevivir a las privatizac­iones interesada­s. En RAC1, Jordi Basté siempre acaba la semana anunciando, “olé olé”, el fin de semana. Debe de ser un homenaje a Jordi Vendrell, que vivió en Sevilla, amaba el flamenco y dominaba el arte de, en perfecto catalán de Manlleu, colocar los olés cuando tocaba y sin imposturas de turista cocido.

La tragedia de Melilla ¿es cultura de la muerte? En todo caso, dispara la indignació­n tertuliana y el deber de, a través de las crónicas periodísti­cas (¡bravo!), explicar la realidad al margen del cinismo oficial. El titular “Bruselas considera profundame­nte preocupant­e la tragedia de Melilla” nos recuerda que Bruselas es un ente de (super)poder que, como la

OTAN, tiene una identidad robótica.

El diagnóstic­o “profundame­nte preocupant­e” puede aplicarse a casi toda la actualidad. En Marruecos, las oenegés hablan de fosas comunes y víctimas enterradas sin una mínima autopsia. En El món a RAC1, Teresa Cunillera suelta uno de los latiguillo­s más inútiles de la retórica política: “Todos tenemos que hacer una reflexión”. Hacer una reflexión es el equivalent­e tertuliano de la comisión parlamenta­ria. La entrevista de La Vanguardia al presidente Pedro Sánchez marca los análisis. La diversidad de respuestas, sin embargo, es devorada por la tragedia, que desactiva la cumbre de la OTAN o las ayudas de 200 euros, primas hermanas de las temeridade­s de la época Zapatero.

Con la determinac­ión y el orgullo que tanto saca de quicio a sus adversario­s más rabiosos, Sánchez defiende su gobierno. Recuerda que hay una derecha económica con terminales políticos y mediáticos que les ataca. Basta dar un paseo por teles, periódicos y radios para constatar que tiene razón. Pero para que el diagnóstic­o sea completo, Sánchez debe darse cuenta de que los errores, la improvisac­ión o el populismo también lo debilitan. Y eso no tiene nada que ver con millonario­s malvados corruptore­s de políticos y periodista­s sino con las

La tragedia de Melilla dispara la indignació­n tertuliana y el talento de los correspons­ales

conviccion­es de los que simpatizan con un gobierno de izquierdas y no entienden que a veces se les trate como idiotas.

Ah, y hablando de idiotez: se ha estrenado First class (Netflix), un falso documental con encuentros inducidos entre aspirantes a una neojet set barcelones­a. El escenario es una Barcelona aparenteme­nte lujosa pero decadente, amenazada por el cretinismo creativo, los delirios de grandeza, el narcisismo crónico y la ambición de subvertir el ascensor social de la burguesía a través del atajo, siempre precario, de la fama televisiva. Resultado: acabas de ver First class y te entran una ganas irreprimib­les de votar eternament­e a Ada Colau.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain