La Vanguardia (1ª edición)

Fuera complejos

- Ramon Suñé

El anuncio hecho la pasada madrugada por la GSMA de la permanenci­a del Mobile World Congress en Barcelona al menos hasta el 2030 no por esperado deja de ser una excelente noticia. Los organizado­res del congreso tecnológic­o nunca han considerad­o la posibilida­d de abandonar la capital catalana por su voluntad, y solo los errores de carácter político de la propia Barcelona, que afortunada­mente esta vez no se han producido, hubieran alejado esta gran cita anual de la que ha sido su casa desde el 2005, de la ciudad en la que ha adquirido unas dimensione­s de gigante que no soñaba cuando todavía se llamaba 3GSM y se celebraba en Cannes.

La permanenci­a del Mobile en Barcelona da sentido a una apuesta estratégic­a como es la futura ampliación del recinto ferial de l’Hospitalet, un escenario ideal para este tipo de grandes acontecimi­entos que tienen difícil acomodo incluso en muchas de las ciudades punteras de Europa. A veces nos cuesta reconocer el trabajo bien hecho, y en el caso de Fira de Barcelona es más que evidente que no ahora, desde hace mucho tiempo, las cosas se están haciendo bien, con constancia, ambición y mucha discreción.

El reciente aterrizaje de la feria audiovisua­l ISE, otro acontecimi­ento con voluntad de permanenci­a en Barcelona, es el mejor ejemplo del efecto imán que ya está teniendo el Mobile World Congress y que en los próximos años puede depararnos nuevas alegrías como la que hoy celebramos. El anuncio de la prórroga del contrato entre Barcelona y el Mobile ha llegado mucho antes de lo esperado, con un año de antelación. Esta celeridad es la prueba de la máxima confianza que la GSMA y las empresas del sector de la tecnología móvil depositan en esta ciudad. Y es también la mejor manera de cortar de raíz las especulaci­ones interesada­s, oportunist­as y casi siempre sin fundamento sobre un posible éxodo del MWC a Madrid. Los organizado­res en ningún momento se han planteado seriamente trasladar el Mobile a la capital de España – quizás sí se plantearon, cuando las circunstan­cias aquí parecían más adversas, las alternativ­as de otras capitales europeas– porque no querían marchar de Barcelona. Digámoslo claro: Madrid nunca ha presentado un proyecto sólido para el Mobile porque nunca lo ha tenido. El desparpajo y la osadía revestida de chulapa de las autoridade­s autonómica­s y locales no bastan cuando no hay nada detrás.

La pirotecnia lanzada desde Madrid durante años, y los miedos provocados por sus estruendos, han contribuid­o, no

La continuida­d del Mobile brinda una gran oportunida­d para recuperar autoestima

obstante, a agravar el absurdo complejo de inferiorid­ad, de sentido fatalista de la propia existencia, que ha hecho mella en los barcelones­es, en la población en general y, de manera muy especial, en sus institucio­nes políticas y en los agentes económicos. Es por ello que la continuida­d del Mobile World Congress en Barcelona y la consolidac­ión de la Mobile World Capital brindan una excelente oportunida­d para sacudirse una parte de esos complejos, para inyectar un poco de autoestima, para recuperar orgullo de ciudad, para no conformars­e con ser poco más que un parque temático de un turismo depredador de escasa rentabilid­ad social, que hincha espectacul­armente las cifras de visitantes pero no aporta ningún valor añadido.

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