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El Festival Internacional de Música y Danza de Granada es un caballo de carreras con las bridas de un poni. Por mucho que la pandemia haya mermado aún más su porcentaje de público internacional, el potencial alcance planetario de su propuesta es indiscutible. Porque no hay otra con el poderío espiritual que emana de la Alhambra.
Dar un paseo por el conjunto palaciego, dejarse impregnar por la sensibilidad nazarí de sus jardines, sus rosaledas o las sucesivas fuentes y estanques que varían de iridiscencia con el sol, es el preludio necesario para la ingesta de la mejor música y danza. Espectáculos que además tienen lugar la mayoría de las veces en sus mismos espacios, con la finísima acústica de un patio de los Arrayanes o las vistas que de la Alhambra ofrece el Teatro del Generalife.
Y sin embargo, Granada no puede ni soñar de momento con ser el Salzburgo latino. Ni siquiera el Aix-en-Provence del Sur. El centenario festival austriaco tiene 66 millones de euros de presupuesto; el francés, que arrancó en 1881, 23 millones. Y Granada –que aunque estos días celebra su 71.ª edición comenzó en 1883 como el Festival del Corpus–, cuenta con 3,3... La receta para que ocupe la posición que se merece es universal: que las autoridades responsables dejen de ver la cultura como un gasto y la entiendan como una inversión.
“Cuando hace unos años en Salzburgo tenían 52 millones de euros de presupuesto vieron que el retorno era de 257 millones, y no dudaron en ampliarlo”, apunta Antonio Moral, director del festival granadino desde diciembre del 2019. Él fue de los programadores que insistieron en no cancelar cuando la pandemia zarandea
Un triángulo que los intereses estéticos establecieron en el modernismo catalán. El eje Barcelona-París nutrió la búsqueda de referentes en formación para muchos artistas jóvenes en los años de la Exposición del 88, y allí incidieron también en el desarrollo de un importante movimiento artístico. Y en este transcurso hubo un referente mítico, idealizado, que situaban en Granada. Por varias razones, pero fundamentalmente porque allí veían la