La Vanguardia (1ª edición)

Cinco años de prisión para el centenario guardián nazi de un campo

- BERLÍN

que el fiscal Bill Barr había desechado la tesis del “fraude electoral”. Trump lanzó su almuerzo contra la pared. El plato de porcelana estalló en mil pedazos. El ketchup goteaba por el muro, describió la testigo.

Hutchinson afirmó que en las reuniones del equipo de Trump en los días anteriores a los hechos escuchó hablar sobre los grupos ultra violentos Oath Keepers (Guardianes del juramento) y Proud Boys (Chicos orgullosos), cuyos dirigentes están hoy acusados de sedición por su violenta intervenci­ón en la insurrecci­ón organizada para impedir la proclamaci­ón de la victoria de Biden.

Hutchinson también aseguró que su jefe, Meadows, le dijo en vísperas del asalto a la sede del Congreso que “las cosas podrían ponerse muy, muy mal” el 6 de enero. Y confesó que, al llegar el día, estaba “asustada y nerviosa” por lo que había escuchado a Meadows y al abogado del presidente, Rudy Giuliani, quien pese al riesgo de violencia dijo: “Vamos al Capitolio. ¡Será un gran día!”.

La vicepresid­enta del comité del Congreso que investiga el 6-E, la republican­a a la que más odia Trump, resumió así la situación: “El presidente sabía que varias personas en la multitud tenían armas y vestían chalecos antibalas”. Una multitud –subrayó– que como sabemos, se dirigió al Capitolio”. La insurrecci­ón se saldó con nueve muertes.

Hutchinson confirmó que, según Meadows le dijo al abogado de la Casa Blanca, Pat Cipollone, el presidente había comentado que su número dos, Mike Pence

“merecía” ser colgado por su negativa a frenar la ratificaci­ón oficial de la victoria electoral de Biden. Eso pedía a gritos la turba que tomó el Capitolio. “¡Colgad a Pence”!, coreaban mientras lo buscaban por el interior del edificio.

¿Qué pensó al oír el comentario de Trump?, le preguntó Cheney.

“Como miembro del personal de la Casa Blanca me sentí frustrada, decepciona­da y muy triste. Como estadounid­ense, estaba disgustada. Aquello fue antipatrió­tico y antiameric­ano. Estábamos viendo cómo vandalizab­an el Capitolio por una mentira”, respondió Hutchinson.c

La justicia alemana condenó el martes a una pena de cinco años de prisión al que fue guardián de un campo de concentrac­ión, Jose Schütz. Con 101 años, Schütz es la persona de más edad en ser reconocida culpable de complicida­d en crímenes cometidos durante el Holocausto.

El antiguo suboficial de la Waffen SS fue considerad­o culpable de complicida­d en el asesinato de al menos 3.500 prisionero­s cuando trabajó entre los años 1942 y 1945 en el campo de Sachsenhau­sen, al norte de Berlín. “Durante tres años ha visto cómo los prisionero­s eran torturados y asesinados (...) dada la posición que ocupaba en el mirador del campo de concentrac­ión, usted ha tenido el humo del crematorio constantem­ente pegado a su nariz” ha declarado el presidente del tribunal de Brandembur­go y norte de Berlín.

“Toda persona que quería huir del campo era fusilada. Por tanto, todo guardián del campo ha participad­o activament­e en los asesinatos” añadió. “Hay lugares en los que no se debe estar y cosas que no se deben hacer” concluyó.

El acusado, hundido en una silla de ruedas, asistió a la lectura de la sentencia vestido de una camisa gris y un pantalón de pijama sin apenas hacer un gesto. Jamás, en el transcurso de la treintena de audiencias celebradas, ha expresado el más mínimo arrepentim­iento. Todavía el lunes negó cualquier implicació­n, incurrió en toda clase de contradicc­iones y se preguntó “por qué estoy aquí... todo es falso”.

Su abogado, Stefan Waterkamp, ha indicado que pensaba recurrir para poder evitar la aplicación de la sentencia hasta el 2023. Sin embargo, dado el frágil estado de salud de Schütz, esa aplicación parece improbable.c

El todavía presidente forcejeó con su jefe de seguridad y tomó el volante para tratar de ir al Capitolio

Trump estrelló su plato contra la pared al saber que el fiscal general no le apoyaba; “el ketchup goteaba por el muro”

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