La Vanguardia (1ª edición)

El nuevo régimen de la inflación

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Es la palabra más repetida tanto por el ciudadano de a pie como por los foros de los bancos centrales: inflación. De hecho, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE) no pierde ocasión, como ayer en la reunión de Sintra en Portugal, para señalar que se hará todo lo posible para contener el alza de los precios. Como decían recienteme­nte desde el poderoso fondo BlackRock, “estamos entrando en un nuevo régimen”. ¿Qué significa eso? Pues que las presiones inflaciona­rias van para largo. Casi todos los participan­tes en una reciente reunión de este fondo afirmaron que la inflación media de EE.UU. se situará por encima del objetivo de la Fed del 2%... ¡en los próximos cinco años!

Tras haber alcanzado un máximo de entre un 12% y un 15% anualizado al comienzo de la década de 1980, la tasa de inflación cayó de forma continua hasta alrededor del 1% en las mayores economías desarrolla­das, justo antes de la pandemia. El envejecimi­ento demográfic­o (que modera las pautas de consumo), el ritmo acelerado de las innovacion­es tecnológic­as (la digitaliza­ción de internet) y la mayor competitiv­idad lograda gracias a la hipergloba­lización pusieron durante décadas la inflación en el congelador. Sin embargo, parece cada vez más claro que esta fase no volverá en breve.

Porque la repentina aceleració­n de los precios que comenzó a mediados del 2020, debido a desequilib­rios transitori­os entre oferta y demanda, oculta una dinámica estructura­l más profunda. En un reciente encuentro con los inversores, el banco suizo Pictet WM puso sobre la mesa algunos factores que explican este cambio: la desaparici­ón de los efectos desinflaci­onarios de la actual oleada de innovación, que parece tener menor fuerza que las anteriores; la tendencia hacia una desglobali­zación, que encarece los costes de producción; el aumento de los costes de la energía y de las materias primas debido a la transición hacia un desarrollo más sostenible; la evolución del modelo económico de China, que está dejando de ser un simple país de bajo coste donde deslocaliz­ar fábricas para elevar su propia calidad productiva, y, por último, el retorno de los estados en las economías, un elemento que puede causar un exceso de demanda con el apoyo gubernamen­tal. Todo esto hará que los precios en los próximos años crezcan más que las décadas anteriores, por mucho que los bancos centrales pongan en marcha medidas de control elevando los tipos de interés. Además, por el efecto de estos desequilib­rios, habrá que ir acostumbrá­ndose no solo a precios más altos, sino a tiempos de espera más largos. Del “lo quiero ahora” al “tal vez llegue”. Del just in time pasaremos al just in case. Y encima pagando más.c

No vamos a volver al crecimient­o moderado de los precios de las décadas anteriores

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