Ya no queda vajilla

Escribe Lev Tolstói en el inicio de Anna Karénina que todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son a su manera. Así que hay parejas que no se soportan pero que pueden convivir e incluso mostrar en público una apariencia civilizada. Eso que vale para el matrimonio resulta igual de evidente en política. Me remito a lo que acaba de anunciar la portavoz del Gobierno catalán: a partir de ahora ERC y JxCat tratarán sus diferencias en privado y se comprometen a intercambiarse toda la información. El titular periodístico del diario Ara no puede ser más ingenioso: “Aragonès y Puigneró pactan no tirarse los trastos a la cabeza en público”. Dicho de otra manera, seguirán

ERC y JxCat pactan sin convencimiento no tirarse los trastos a la cabeza en público

a la greña, dándose codazos y no precisamente de complicidad, pero en la intimidad. La ventaja del Palau de la Generalitat es que sus muros son anchos y las voces no traspasan.

La portavoz Patrícia Plaja ha explicado los compromisos que asumieron los republicanos y los posconvergentes el lunes, tras las tensiones suscitadas por la reunión en Madrid de la consellera Laura Vilagrà con el ministro Félix Bolaños. ERC y JxCat se han pasado el último año estableciendo mecanismos de coordinación para evitar las desconfianzas de la legislatura anterior, pero no han evitado las crisis, ni han facilitado una comunicación más transparente. Ciertamente, Aragonès ha conseguido mantener la unidad del Consell Executiu, pero la distancia entre los socios es cada vez mayor, porque sus estrategias son divergentes. Y por si no hubiera bastante enredo, Jordi Puigneró ha descalificado a los republicanos, advirtiéndoles que hacen falta menos reuniones y más hacer que los socialistas pierdan votaciones en el Congreso. Es la letra de un bolero.

Desconozco si estas disputas acabarán como en La guerra de los Rose, donde un matrimonio en apariencia perfecto se tira toda la vajilla por la cabeza antes de romperse la crisma por la escalera en su última pelea. Ya dijo Churchill (y lo copiaron Fraga y Kissinger) que la política hace extraños compañeros de cama. Los matrimonios de conveniencia son los que más duran, el problema es el alto coste que paga el resto de la familia.c