Ketchup en la pared
En el dormitorio de Salvador Dalí de la Torre Galatea de Figueres se podía ver meses después de su muerte el impacto de un plato de comida que se negó a ingerir en la etapa final de su vida, por más que se empeñaran sus cuidadores. Winston Churchill tuvo que mandar que limpiaran discretamente los restos de lentejas pegados en la pared de su residencia, después que su esposa, Clementine, le tirara a la cabeza una bandeja de legumbres el día que se hartó de ser ignorada por su marido. Y Donald Trump, para no ser menos, estampó un plato grasiento de carne contra la pared del comedor de la Casa Blanca cuando el fiscal general William Barr le comunicó que no había indicios de fraude electoral en la victoria de Joe Biden. Lo de lanzar los platos de comida contra la pared es un acto de ira, pero también de poder desbocado, que acostumbra a
Trump estampó el plato de comida cuando supo que el fiscal daba vencedor a Biden
sorprender a quienes lo presencian, aunque a corto plazo descubren que resulta, sobre todo, una demostración de impotencia e irreflexión.
El caso de Trump, que dejó un reguero de ketchup en la pared del comedor de la residencia oficial, el 1 de diciembre del 2020, acaba de ser relatado con pelos y señales por Cassidy Hutchinson, que fue asesora del presidente, en la comisión de investigación del Capitolio sobre el asalto del 6 de enero. Su testimonio compromete aún más a Trump, que tiene muchas posibilidades de acabar procesado. Hutchinson había entrado de becaria en la Casa Blanca, antes de ser contratada por Mark Meadows, el jefe de gabinete. Es ella quien ha revelado que el presidente estaba dispuesto a ponerse al frente de la turba armada que se dirigió al Capitolio para impedir la certificación de la victoria electoral de Biden.
En las redes sociales, los trumpistas están vapuleando a la joven, que ni era una demócrata infiltrada, ni una mentirosa compulsiva. Al contrario, se trata de una muchacha conservadora, encantada de servir a su país, después de estudiar Ciencias Políticas. Su sueño se rompió en tantos trozos como el plato de carne naufragada en ketchup que Trump estrelló contra el muro. En su comparecencia se ha limitado a explicar lo que vio y oyó mientras el presidente perdía al mismo tiempo su cargo y su cabeza.n