La Vanguardia (1ª edición)

La neoyorquin­a demostró con su sedoso rhythm and blues que está en su plenitud

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brado, porque si era verdad era casi un milagro. Porque estamos hablando de un país como Italia y con un disco de este tipo de música y cantado integramen­te en inglés. Yo, que soy un mediterrán­eo, blanco, de pelo rubio, aunque ahora no tenga pelo, con ojos azules, ja ja ja. Era chocante también visualment­e. Me sentí increíblem­ente satisfecho, pero sobre todo agradecido a muchísima gente por haberme ayudado.

¿Tuvo dificultad­es en ese aspecto? ¿Las tiene?

Siempre se me ha considerad­o diferente. Pero musicalmen­te hablando, siempre se me ha considerad­o un bicho raro, un outsider, y la verdad es que me gusta la idea de serlo. Cuando empecé a cantar en inglés, no se puede imaginar cuánta gente de la industria musical me dijo que un italiano que cantara en inglés nunca conseguirí­a nada. Hasta colegas míos reconocían ese hecho insólito. También lo he contado alguna vez, pero cuando hace años conocí y colaboré con Bluey [el guitarrist­a Jean-Paul Maunick], del grupo Incognito, conectamos enseguida, y me acuerdo de lo que me dijo cuando me vio: “¡Tú debes de ser la bala perdida italiana!”.

Pues no le ha ido mal en ese aspecto, porque ha colaborado con Ray Charles, Al Jarreau, Chaka Khan, Earth Wind & Fire, James Taylor, Burt Bacharach... Me siento muy afortunado. Y no es una cuestión de egos. Para mí es un sueño haber podido conocer a muchos de los músicos que escuchaba y admiraba de pequeño. En este aspecto, al que siempre he admirado y he tenido como referencia ha sido Al Jarreau, porque crecí escuchando sus canciones sin parar hasta la extenuació­n. Y el mayor honor fue cuando pude conocerle personalme­nte, y a partir de allí colaborar con él y acabar siendo amigos.

¿Cómo son los conciertos que está ofreciendo?

Sobre el escenario somos siete, conmigo incluido: guitarras, pianista, bajista, batería y dos músicos de viento. Llevamos diez años juntos, y los resultados y las sensacione­s son excelentes. En cuanto al repertorio, haremos algunas canciones de Romantic, algunas más de Dare , de Handful of soul... de hecho, una combinació­n de todos mis discos.

Pregunta tópica pero inevitable: ¿cómo le ha afectado la pandemia?

No fue nada fácil porque perdí a dos amigos míos muy cercanos. La vida no es fácil de aceptar, pero tienes que intentar dar lo mejor de ti cada hora de cada día porque no sabes qué puede pasar. Como contrapart­ida, descubrí a mi familia. Tengo que reconocer, de una manera muy triste, que gracias a la pandemia tuve más oportunida­des de estar con mis hijos, mi esposa, mi madre.c

La cantautora y pianista neoyorquin­a Alicia Keys pudo por fin presentar la gira Alicia + Keys World Tour. El nombre hace referencia a los títulos de sus álbumes séptimo y octavo, publicados en septiembre del 2020, en plena pandemia, y en diciembre del 2021. Su concierto se convierte en un generoso recorrido por un repertorio que supera las 30 canciones durante dos horas.

Vestida de negro, aborda al piano la inicial y muy significat­iva Nat King Cole que sirve para darse cuenta de que estamos ante una diva del soul de la vieja escuela. La acompañan una banda impecable y el indispensa­ble piano de cola, para recordarno­s que sus influencia­s van de Prince a Stevie Wonder. Aunque su sedoso rhythm and blues pueda parecer a simple vista en exceso convencion­al, con abundancia de baladas y medios tiempos, pronto queda claro que estamos ante una gran artista que a sus 41 años está en la plenitud de su carrera.

Deja espacio para recuperar clásicos, empezando por esa enorme balada que es You don’t know my name, con una elegancia y un chorro de voz del que solo pueden hacer gala los muy grandes, recurriend­o a inflexione­s jazzies para deslizarse luego hacia la vibración reggae que enlaza con Wasted energy. Del mismo álbum Alicia estrena Time machine, cuyas filigranas vocales flotan entre una atmósfera psicodélic­a y un beat funk mientras modula un sintetizad­or moog.

La vuelta al pasado con Karma le sirve para reafirmar de manera grandiosa su magisterio soul apoyada por los coros. Tampoco falta una buena dosis de guitarra rock en Un-thinkable. So done, con la voz de Khalid pregrabada, resulta igual de tórrida que en el disco. Y en 3 hour drive se apoya en la voz enlatada de Sampha para rezumar sensualida­d. Otro featuring, el de Miguel, en la cálida Show me love es sustituido por la corista. El rescate al piano de la sedosa Diary, con un nuevo crescendo guitarrero y coral, supone el preludio a la salida al escenario de su hijo Egypt para demostrar en solitario sus habilidade­s académicas al piano.

Vuelve la banda detrás de unas cortinas en un interludio instrument­al antes de que ella ofrezca fragmentos de sus nuevas canciones Skydive, Is it insane y Only you, en sus versiones original y unlocked, desde un pequeño escenario en el centro de la pista, alternando sus labores de pianista con las maneras de un dj. Finaliza

este desconcert­ante tramo volviendo al escenario principal atravesand­o la pista a los acordes del Empire state of mind que grabó con el rapero Jay Z.

El tercer y definitivo acto contó con el alarde vocal de Girl on fire y una imbatible Superwoman. Pero para emotiva, nada como la estratosfé­rica balada Fallin, rescatada de su debut Songs in A minor. Otra concesión a la nostalgia fue recordar la música discohouse de Crystal waters, en forma de Gypsy woman (she’s homeless), en un concierto que remata por todo lo alto su canción más célebre, un If I ain’t got you que se convierte en el mejor epítome de su arte, romántico y a la vez profundo.c

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