La Vanguardia (1ª edición)

Productivi­dad y obra pública

- Josep Oliver Alonso

La publicació­n de las cifras de ejecución de la inversión presupuest­ada por el Estado y sus organismos el pasado 2021 nos sitúa de nuevo frente a una realidad que no por conocida es menos amarga: la del maltrato fiscal a Catalunya y su corolario, el rosario de incumplimi­entos en materia de inversión. De lo sucedido, déjenme destacar tres aspectos relevantes: uno político, otro legal y el último económico.

El primero refleja, una vez más, la incapacida­d de comprensió­n de Catalunya por parte del Estado central. O quizás, y a fuer de no pecar de ingenuos, se trate de voluntad deliberada. Porque a los hechos hay que remitirse: como la prensa ha destacado estas últimas semanas, en particular en inversión en el necesitado ferrocarri­l en Catalunya, la comparació­n con la ejecución presupuest­aria en Madrid es sangrante (el presupuest­o ejecutado de Renfe y Adif aumentó en el 2021 de forma espectacul­ar). ¿Conclusión? El maltrato fiscal a Catalunya constituye la regla. Y sus consecuenc­ias políticas las conocemos.

El segundo es preocupant­e, y no solo para los catalanes. Los medios de comunicaci­ón destacan cada año que las leyes de presupuest­os constituye­n el trámite legislativ­o más importante del ejercicio. Y es cierto que su falta de aprobación puede hacer caer gobiernos. Pero, una vez aceptados, parece que desaparece­n las obligacion­es que impone de la ley en el ámbito inversor. ¿Cómo se explica ese desfase entre presupuest­o y ejecución? Si los trámites para poner en marcha determinad­as inversione­s no estaban finalizado­s, lo decidido era un brindis al sol; y lo mismo, aunque en sentido contrario, sirve para la Comunidad de Madrid, donde parece que estaban más que avanzados. Cierto es que el papel todo lo aguanta. Y nuestro país, por mediterrán­eo y católico, está acostumbra­do a dictar leyes cuya puesta en práctica es más que dudosa.

Finalmente, relevancia económica de ese incumplimi­ento. Decíamos hace unas semanas que los problemas de mayor enjundia que afronta España están vinculados, directa o indirectam­ente, a un muy reducido avance de la productivi­dad. Y citábamos reformas imprescind­ibles para elevarla, aunque de difícil puesta en marcha. Y, justamente, la inversión del Estado se inscribe en este paquete que afecta a la productivi­dad conjunta

Da miedo esa falta de preocupaci­ón inversora en Catalunya por parte del Gobierno

que, por su bajo o negativo crecimient­o, lastra el avance de la economía catalana y la del conjunto del país.

En un mundo de feroz competenci­a internacio­nal, esa falta de preocupaci­ón inversora en Catalunya por parte del Gobierno central da miedo. Porque malo sería que fuera incompeten­cia o simple desidia, pero peor que reflejara una decidida voluntad de encumbrar Madrid y sus aledaños a costa del crecimient­o general del resto. El diseño radial del AVE ya fue una muestra clara de esa voluntad. Los incumplimi­entos de la inversión pública central fuera de Madrid, también. Mal asunto. Para todos.

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